La normalidad de la anormalidad
Por: Alejandra Cueto
MÉXICO, 10 de enero del 2017.- El que tenga coche, que lo mantenga, éstas fueron otras más de las ilustres palabras de la diputada federal del Partido Revolucionario Institucional, la que dijo que llegaba porque hablaría por el pueblo, y peor aún la que muchos sí consideraron que los representaba… por supuesto su llegada fue otra más de las estrategias electorales, baratas, utilizada por ese partido y por la mayoría de ellos para tener más simpatizantes… y los resultados ahí están…
Carmelita Salinas causó revuelo en las redes sociales cuando dio su muy ilustre opinión sobre el gasolinazo y por cierto es diputada federal plurinominal; reitero, porque seguramente no había algún otro cuadro (léase con sarcasmo).
Pero para que no vayan a creer que es manda con los tricolores, por ahí también están varios ejemplos de actores que quieren ser diputados, pero no lo toman con seriedad, Bruno Bichir del Partido Morena que ausentó por segunda ocasión de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México, Cuauhtémoc Blanco que fue abanderado por el Partido Encuentro Social (que nació para ser diferente a los demás…) Y para ejemplos… no acabo.
Sin embargo, el punto es que marchas como la del fin de semana pasado han dejado en claro el hartazgo de la gente no sólo hacia el gobierno, sino hacia los partidos políticos. Una y otra vez ha sido escrito que la gente no sólo no los ve con buenos ojos, ahora los repudia. En la manifestación del sábado pasado en contra del alza de la gasolina se congregaron miles de personas en Querétaro, pero a la que fue convocada por un partido, llegaron cercan de 200.
En unos partidos los nepotismos, los compadrazgos, en otros, los mismos líderes, los mismos activistas, los mismos intereses personales.
En los cotos de poder que son estos institutos políticos recae la responsabilidad de que no tengamos hombres ni mujeres preparados en los diferentes cargos de representación popular, por supuesto que hay excepciones, pero además de que los contamos con los dedos, en la mayoría de los casos acaban privilegiando un interés personal, incluso hasta parece broma de mal gusto cómo unos defienden públicamente el gasolinazo cuando en la cara pareciera que se les nota que ni ellos lo creen.
A todo esto, la pregunta es, los militantes de esos partidos que avalan las decisiones que toman sus partidos, lo hacen ¿por democracia, por inercia, por corrupción, por conformismo, por interés, por complicidad?