Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
“Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje”: Aldoux Huxley
Dice una voz popular que México tuvo el peor desempeño en los últimos 44 años al no pasar a octavos de final en la Copa Mundial de Futbol de Qatar por una razón: «teníamos al enemigo en casa», aquí si cabría lo de «pueblo sabio». Aunque la certera voz haya sido seleccionada por el reportero buscando un buen remate a su nota, esa es una conclusión aceptable, aunque existan muchas más razones del fracaso.
Sin ser fanática, pero rodeada de hombres aficionados, hace ya varios años escuchaba referencias del «Tata» Martino como un argentino que estaba llevando a México a su peor desempeño, digamos que alguien le dio, equivocadamente, todo el poder de decidir jugadores seleccionados, estrategias de juego. Al final corroboró el técnico que era cierta la desconfianza.
Dicen, los que saben, que tras la derrota de México hay que analizar lo ocurrido y buscar una estrategia para que nuestro país llegue, cuando menos, al quinto partido en los Mundiales. La afición, esa que se integró en un contingente de 80 mil, y con ello obtuvo el segundo lugar mundial de visitantes en Qatar, se merecería una mejor reciprocidad por parte de directivos empresariales y televisoras, dado el jugoso negocio que le significa el futbol.
Varios analistas coinciden en que ojalá y el principal problema de México fuera el futbol, ya que luego de un diagnóstico científico, bien podría darse un ejercicio de planeación estratégica para lograr lo que otros países obtienen del balompié, además de ser una inversión altamente productiva para un grupo empresarial, hacerlo un deporte popular y saludable, además de válvula de escape para la presión social.
Hace unos días, el doctor en Ciencias de la Sorbona de París, Tomás Miklos Ilkovics, al presentar una ponencia magistral sobre: «Prospectiva y cambo climático, sociedad mundial de futuro» a integrantes del Grupo María Cristina, señaló que mientras en otros países los gobiernos hacen prospectiva, o sea miden las causalidades técnicas, científicas, económicas y sociales para planear el futuro, en México es tradicional hacer política con el uso y abuso del discurso emotivo.
Señaló que es necesario darle importancia a la planeación estratégica, a la modernización educativa e incluyente, es necesario utilizar los recursos existentes e institucionales en materia de investigación, uso de metodologías y recuperar el liderazgo mundial que nuestra nación tiene al disponer de prospectivistas en diversas disciplinas científicas.
El doctor Miklos, mexicano de nacimiento, sabe de qué habla pues fue uno de los 100 fundadores del Club de Roma, creado en 1968, con científicos, economistas, expolíticos e industriales de 52 países, a fin de analizar los cambios que enfrenta el planeta y hacer prospectiva. Si escucháramos más a los que saben, otra cosa sería.
Lo cierto es que tenemos problemas mayores, el desfile del domingo 27 de noviembre en apoyo al presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque se quiera vender como un producto de la República feliz, feliz, no es más que un inaceptable despilfarro millonario de recursos públicos para cumplir con los caprichos de un líder caudillesco, quien miente al hablar de un país próspero sin problemas financieros.
AMLO rechaza pretender su reelección, pero busca afanoso preservar un «movimiento» cuya única constante es su figura blandiendo la bandera de la confrontación social, investido de una moral cuestionable ante los visibles actos de corrupción de familiares, ineptitudes administrativas, abuso en el uso de recursos públicos y el «sospechoso» involucramiento de las fuerzas armadas en tareas de seguridad pública y la administración de recursos para sus megaproyectos.
Incapaz de aceptar su derrota en 2006 y de gobernar apoyado en un aparato gubernamental, pese a haber obtenido el respaldo de una elección democrática sin precedente, el jefe de gobierno y de Estado no quiere dejar la calle para las protestas de la sociedad civil, cuestiona al pueblo que no acepta que quiera coptar y manipular los organismos electorales. Al contario, lo agrede y confronta.
Luego de una manifestación social en apoyo al INE, bajo la consiga «El INE no se toca», convoca a una contra-marcha sólo para demostrar músculo, que el pueblo es quien acepta sus designios de gobernante sin cuestionarlo.
Como los mejores tiranos, exalta al «pueblo bueno» ese que agradece los apoyos sociales de su gobierno (Amor con amor se paga), ese que gustoso acepta subirse a autobuses (se contaron más de 1800, más cientos de otras unidades de transporte público capitalino) y ¿por qué será? que consiente en cargar más de 6 horas pancartas y caminar, apretujados, por calles junto a él, hombro con hombro.
Me hizo recordar la campaña presidencial de Miguel de la Madrid, en 1981-1982, quizá el último candidato del PRI (en el poder desde 1929) que, sin competencia real, ganó las elecciones, pese a que por primera vez en la historia se hubieran inscrito seis candidatos de oposición.
Como olvidar el asombro de quien escribe esta nota, al ver que la campaña del partido mayoritario, pese a haber sido único durante décadas y haber incurrido en injusticias y olvido, era esperada en grandes y recónditas poblaciones con esperanza, era la oportunidad de conocer al ungido para convertirse en el nuevo Tlatoani, ya que verlo sería ocasión para que no los olvidara y solucionar sus rezagos.
Como parte del staff de casa, recuerdo una tarde en un poblado de Zacatecas, donde se efectuaría una reunión con campesinos ixtleros, cientos de ellos estrenaban trajes de manta blanca y sombreros de palma entregados por sus dirigentes para la ocasión. Habían llegado a la zona desértica dos o quizá tres horas antes del mitin.
Para entretenerlos, los dirigentes de la zona les daban tortas y refrescos, pero debido a que empezaban a desfallecer, se les ocurrió darles Tejuino, una bebida alcohólica a base de maíz, cuando llegó el candidato, los asistentes aplaudían en exceso, hasta bailaban de gusto o lanzaban sombreros al aire.
En nombre de ellos habló un líder «revestido» –no auténtico–, pero para el aspirante presidencial la felicidad y sencillez de los presentes le provocaron lágrimas verdaderas, les ofreció nunca olvidarlos en sus políticas de gobierno.Lo cierto es que no recuerdo que tal ofrecimiento se cumpliera, no fue motivo para revertir las condiciones de pobreza extrema en esa zona.
Antes fueron los dirigentes de los sectores del partido quienes movilizaban a la masa, ahora Andrés Manuel y los políticos de su séquito quieren llevarnos a un pasado ya superado
No sólo quiere encantar a la mayoría de quienes fueron incorporados a un desfile en su apoyo por políticos de Morena y partidos afines, interesados en ganar posiciones de poder, la mayoría de los asistentes lo hicieron bajo chantaje o coacción, –¿por qué tenían que pasar lista de presentes si aparentemente fueron por propia voluntad?–. Concedamos, muchos miles fueron por agradecimiento a quien capitaliza en beneficio propio la entrega de programas sociales, becas, pensiones, empleos burocráticos, etcétera.
Debiera preocuparnos qué el presidente de la República abuse de su poder y también invada el espacio público con manifestaciones para rendirle culto a su personalidad; que mienta para presumir falsos resultados positivos de su gobierno en economía, finanzas y otros sectores; use y abuse de los recursos públicos; distribuya en beneficio de sus partidarios los programas sociales; que quiera imponer sus reformas en el poder Legislativo y trate de desacreditar al Poder Judicial.
Peor aún, ya habla por el pueblo e insiste: si no hay reforma electoral constitucional para apoderarse del INE, habrá reforma a las leyes secundarias mediante la imposición de la mayoría legislativa de Morena, PT y PVEM. Necesitamos reflexionar sobre qué tipo de futuro deseamos ¿Queremos perder libertades? ¿Queremos un mundo mejor? busquemos a políticos con visión de futuro, a quienes reconozcan en la educación y en la ciencia las piedras angulares de desarrollo. Rechacemos el populismo.