Libros de ayer y hoy
Teresa Gil
Lo primero que se piensa al ver la belleza extraordinaria de Emma Coronel publicada en primera plana en La Jornada del 23 de febrero, es la juventud que se truncará en una cárcel, como es el caso de miles y miles de personas que cayeron en el crimen. El escándalo por la detención de la que se considera la tercera esposa de Joaquín El Chapo Guzmán, abundó sobre su relación con el gran capo preso en Estados Unidos, su relación desde los 17 años y los argumentos que dio la policía de Virginia en Estados Unidos, su país de nacimiento, para detenerla. Lo demás, su vida desde niña en familia, las interioridades de un grupo familiar que se desarrolla en uno de los principales estados del crimen organizado, se mencionan de refilón, como suele hacerse con la mayoría de los que delinquieron y son seres marcados desde ese momento. En las fotos con la familia, se ve a los clásicos norteños, agüerados, bien nutridos, con el común sombrero blanco a veces de palma del padre, un poco excedido en panza como los que toman mucha cerveza y a toda una familia vestida a la clase media, fiel y servicial en torno al patriarca.. Las profundidades que llevaron al núcleo de los Coronel a un sector al que niegan pertenecer, no se manejan porque por lo general a los de la fuente de un medio, les interesa la nota diaria y los medios solo publican los datos que le interesan al lector. Que importa que esa familia y sobre todo su personaje más famoso Emma, pueda ser uno más de los seres destinados al precipicio, a la cárcel destructora o a la venganza de otros rivales iguales a ellos.
EMMA, UN PERSONAJE QUE EXHIBE Y TRASCIENDE LAS ETAPAS DEL LIBERALISMO
Fuera de lo que es y da a conocer, Emma Coronel es uno de esos personajes que quedan prendidos en la gente por detalles que derrama, como es su solidaridad con el que llama su esposo. Puede haber algo utilitario en ello, por ser simple gestora, pero no parecía así al exhibirse ante el público mientras iba con su juventud a cuestas, a visitar a un tipo hundido que le lleva 32 años. Lo que más bien la presenta es su otro contexto en todo lo que se ha dado a conocer de ella: señorita de belleza, o sea la exhibición como parte del utilitarismo sexual de las mujeres; influencer, ese terminajo gringo para definir a las que promueven y venden artículos de lujo, algunos muy costosos, a través de medios. En las redes se habla de que tiene alrededor de medio millón de seguidores que están pendientes de ella y de sus ofertas. Lo otro y que lo publicó Proceso en una entrevista, es su debilidad por el periodismo, al que se acercó según sostiene, con estudios de Ciencias de la Comunicación. O sea, una profesión que da la cara al exterior cualquiera que sea la forma de ejercerla. Es una mujer elegante, bien vestida que no obstante estuvo viviendo en la sierra de Durango con el Chapo tal vez cuando rondaban por ahí Kate del Castillo y Sean Penn, en busca según dicen, de una entrevista. Este análisis precario es diferente a hacerlo con la mujer que se sentía con derecho a todo, como la esposa de Javier Duarte, mujer que gozó de los recursos públicos y con todo lo que acumuló ha vivido años en Londres, de donde al parecer será extraída. Son dos casos diferentes. Emma conmueve y da pena la otra no, aunque hayan pasado por los mismos avatares.
EL INFRACTOR TIENE LA MARCA DEL SISTEMA EN SU COMPORTAMIENTO
El gran escritor no le describe al lector lo más evidente. Presenta los hechos de la mejor manera y será ese lector el que llegue al fondo del asunto. Thomas de Quincey, uno de los grandes escritores ingleses describe en su relato El asesinato de la calle Ratcliffe,(Los mejores cuentos del Idioma inglés, editorial Novaro 1958), los hechos que ocurren en una taberna y como un joven obrero que está en la parte de arriba, descubre los crímenes y a partir de su ingenio y cuidado, logra salvar a una niña que duerme en uno de los cuartos. Lo que en realidad hace de Quincey a lo largo del relato, es señalar el comportamiento del criminal, en este caso su actitud aviesa y sin piedad y la forma como se mueve, después de que el joven salva a la niña, en el medio obrero de su pueblo sin que exhiba ninguna advertencia. Ha matado a cuatro personas. El escritor sitúa al criminal en su propia vivienda, junto a otros trabajadores, o en otra taberna y en una vida cotidiana, hasta que el joven lo denuncia. Nunca habla de Quincey de los orígenes que lo llevaron al crimen, pese a que se sabe que es un extranjero, pero si va haciendo descripciones del hombre llamado William, que lo exhiben como un evadido de un sistema que lo forjó. Describe la actitud de la gente del pueblo en la justa dimensión contra un tipo que ha cometido varios crímenes e incluso el escritor reproduce un poema en prosa del poeta Shelley, ante la entusiasmada expresión de la gente por haber ejercido venganza a través de la ley. De Quincey (1785-1859), fue periodista, crítico y escritor, hombre de una gran cultura, escribió muchos cuentos, relatos y ensayos, uno sobre los últimos días del filósofo Emanuel Kant, sobre Juana de Arco, sus teorías sobre el opio. Tuvo una gran influencia en Poe, Baudelaire y Borges. Está considerado uno de los grandes escritores ingleses del romanticismo.