Poder y dinero
El conflicto que vive el nuevo gobierno de Pedro Sánchez en el país ibero, lo cifran algunos en la amnistía de los independentistas catalanes. A los demás problemas que todo país tiene, no les dan tanta importancia. Vale recordar todo ese episodio que tanto agrede a ciertos sectores españoles en los que la unidad y el nacionalismo son solo conceptos, y lo que realmente está presente, son los intereses políticos y económicos. En medio de las más agresivas presiones de parte del gobierno derechista de España, Cataluña se enfiló a sus elecciones el 27 de septiembre de 2015, con la mira de convertirlas en un referéndum para su independencia. La mayoría simplemente no quiere seguir siendo parte del país hispano y reclama el derecho a su independencia. Autoritario, despótico, Mariano Rajoy el jefe del gobierno ibero en ese entonces, dijo y recalcó que no permitiría esa liberación y que él no tiene la culpa de que haya cada vez más independentistas: la confesión de su fracaso. Pero para una comunidad que remonta su historia a 4 mil años nada menos que al neolítico, librar una batalla más de las que ha librado, es solo un punto de lucha.
TODA UNA HISTORIA QUE RODEA A CATALUÑA, EN EL CONFLICTO ACTUAL
En esas historias legendarias que derivan a su principal ciudad, Barcelona, como descendiente de dioses, Cataluña que conjuntó pueblos originales entre iberos, cartagineses, romanos, judíos, visigodos, musulmanes y cristianos, ha sido objeto de las más variadas invasiones y librado las más terribles batallas. En su momento el gran cartaginés Amilcar Barca la tuvo en su poder y reclama el derecho del nombre de su capital. Pero pasaron por ahí los franceses, los carolingios, los musulmanes, etcétera etcétera, hasta llegar a los reyes españoles que tomaron como trofeo a Barcelona, en medio de sus uniones e intereses. Cataluña sobrevivió a todas las crisis y ya a finales del siglo XIX empezó a configurar su verdadera nacionalidad catalana. Tiranos como Primo de Rivera y Francisco Franco se le fueron encima por su apoyo a la república, mataron a algunos de sus dirigentes y como después lo quiso hacer Rajoy, la hundieron económicamente y la pusieron contra la pared o contra la gran montaña que la protege, Montjuic. Cataluña ha estado defendiendo su origen catalán, su forma de gobierno, su propia lengua y su gran historia y le han puesto todo tipo de obstáculos. El mundo ha estado pendiente de esa lucha y la Unión Europea con las garras puestas como lo hizo en Grecia, ha esperado un desenlace sobre ese anhelo de independencia. Anhelo que nos da envidia en pleno mes de la Revolución, cuando nuestra independencia por la que luchamos día a día, siempre tiene amenazas. Ahora, cuando una derecha agresiva pretende hacer, aunque sin bases reales, lo que acaba de acontecer en Argentina.
LA CREATIVIDAD CATALANA, EN SU INTERIOR Y LA QUE LLEGA DE AFUERA
Cataluña y sobre todo Barcelona, son temas mil veces utilizados por poetas, pintores, escritores, pero uno que siempre me ha gustado es el que usa Alejandro Dumas cuando se refiere a los catalanes en El Conde de Montecristo. En el capítulo tercero llamado precisamente Los Catalanes, se refiere a “una colonia misteriosa”, enclavada en un suburbio pobre de Marsella. “Nadie supo de donde venía y hasta hablaba un dialecto desconocido”. Aquellos “gitanos de mar” cayeron en aquel modesto promontorio, “como una bandada de aves marinas”. Pero uno de esos seres será con Edmundo Dantés, el sustrato del romanticismo que entre otras cosas llevó al protagonista a una venganza terrible. Mercedes la catalana, desdichada joven víctima de las maquinaciones y la ambición, es a su vez, una mujer débil que se deja seducir por su primo Fernando uno de los enemigos de Dantés. El conde de Montecristo (Editorial Perseo, Bruguera 1974 y centenares de ediciones más), uno de los grandes clásicos franceses fue dado a conocer en 1845, 30 años después del inicio de los sucesos que se reseñan y que trasminan la admiración que Dumas tenía por Napoleón. Leída por millones, plagiada cada rato en telenovelas y folletines, se trata de una gran novela en muchas, que fundó varios arquetipos de los cuales algunos se suelen aprovechar. Dumas dice al final de la novela que la sabiduría humana está contenida en dos palabras: esperar y confiar y así estamos muchos en el mundo. Pedro Sánchez que el conflicto se trunque y pueda realmente exhibir la carta de izquierda que presume y desde luego nosotros, en la espera de que el país se enfile en los grandes planes propuestos.