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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 16 de mayo 2020.- Se trata de uno de los personajes del momento.
La pandemia de Covid 19 llevó a Hugo López-Gatell Ramírez de un gris cargo de segundo nivel en la administración pública federal a estar prácticamente en portadas y primeros espacios de los medios de comunicación, casi todos los días de la semana y en ocasiones hasta en tres momentos diferentes del día.
Se supondría que ante el avance de contagio y de la creciente cifra de muertos por la enfermedad, el funcionario no tendría tiempo para otra cosa que no sea el tema de salud, pero no es así.
Evidentemente embriagado por el atractivo de los reflectores, López-Gatell tuvo tiempo el pasado 6 de mayo para leer un fragmento del poema El Hambre, del español Miguel Hernández en una transmisión en redes del Fondo de Cultura Económica.
La sobreexposición trae consigo un costo: volverse blanco visible para críticas y cuestionamientos y el médico no ha sido la excepción. En días recientes medios de comunicación tan importantes como The New York Times, The Wall Street Journal, El País y The Washington Post han cuestionado la veracidad de las cifras dadas a conocer por el vocero único del gobierno en el tema de la pandemia. No se quedó callado.
En un momento inicial de su respuesta a través de un mensaje grabado, López-Gatell reconoció la dificultad de aplicar pruebas confiables a pacientes que mueren de neumonía para confirmar o descartar si realmente murieron por Covid 19. Hasta ahí iba bien.
Sin embargo, se desbarrancó al señalar que le extrañaba la “sincronía” de las notas acerca de las cifras. Y sí, se atrevió a mencionar que se trata de un complot en contra de la administración federal, de emisarios del pasado o una especie similar. Politizó así un tema que no tendría que serlo.
Hugo López-Gatell Ramírez nació el 22 de febrero de 1969 en la Ciudad de México y es hijo de Francisco López-Gatell Trujillo y Margarita Ramírez Duarte. Su padre fue un exiliado español que llegó a México junto con sus padres procedente de Tarragona, Cataluña, España, en 1925.
Su padre era urólogo y su madre enfermera y se conocieron mientras ambos trabajaban en el Hospital 20 de Noviembre, en la capital del país. López-Gatell estudió en el Colegio Madrid. Posteriormente ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde se graduó como médico en 1994.
Cuenta con una especialidad en medicina interna por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMSZ), que realizó en el año 2000.
También tiene una maestría en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la Salud por la UNAM y un posdoctorado en Epidemiología que realizó en la Bloomberg School of Public Health de la Universidad Johns Hopkins, grado obtenido en 2006. Durante su posdoctorado, realizó un estudio prospectivo sobre el efecto de la tuberculosis sobre la supervivencia de hombres infectados con VIH, el cual se publicó como artículo en 2008.
Como investigador, ha escrito y participado en 40 investigaciones y hasta este año ha sido citado unas seis mil 457 veces, aproximadamente.También ha integrado comisiones editoriales de revistas científicas como Global Health Action.
Co-Action Publishing del Umea Centre for Global Health Research, la American Journal of Tropical Medicine and Hygiene, de la American Society of Tropical Medicine and Hygiene, AIDS (órgano oficial de la Sociedad Internacional de SIDA) y la revista académica del INCMSZ.Como servidor público destaca que de 1998 a 1999 fue jefe de médicos residentes en el INCMNSZ, sitio en donde de 1999 a 2001 fue médico especialista.
De 2013 a 2018, fue director de Innovación en Vigilancia y Control de Enfermedades Infecciosas en el Instituto Nacional de Salud Pública de México y de 2008 a 2012 fue director general adjunto de Epidemiología en la Secretaría de Salud.
En ese cargo, lideró la creación del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave), una reingeniería del sistema de salud público mexicano orientada a la «captura, análisis y emisión de reportes» de vigilancia epidemiológica y a detectar brotes en el país de manera temprana.
Desde el 1 de diciembre de 2018 ejerce el cargo de titular de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud.Para medios como Energía Hoy, todos estos antecedentes harían pensar que el médico está lo suficientemente capacitado para encabezar la lucha contra la nueva pandemia que azota al país, pero, ¿podría no ser así?
El pasado 16 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue cuestionado por una reportera sobre el contacto físico que mantenía con personas de comunidades durante sus giras.
También se le preguntó cuándo se haría una prueba de Covid 19. López Obrador eludió la pregunta y en su lugar le pidió a Hugo López-Gatell que aclarara si era necesario. En un sorpresivo giro discursivo el funcionario señaló que sería mejor que el presidente padeciera coronavirus, porque lo más probable era que él en lo individual, se recuperaría espontáneamente y quedaría inmune de tal manera que ya nadie tendría esa inquietud sobre él.
La reportera insistió en que si llegara a ser portador -y como en aquellos días aun insistía en realizar giras por comunidades de alta marginación-, ¿podría contagiar a sus seguidores? López-Gatell respondió entonces que la fuerza del presidente es moral, no una fuerza de contagio.
“El presidente tiene la misma probabilidad de contagiar que tiene usted o que tengo yo, y usted también hace recorridos, giras y está en la sociedad. El presidente no es una fuerza de contagio. Entonces, no, no tiene por qué ser la persona que contagie a las masas; o al revés, como lo dije antes, o al revés”, puntualizó su comentario.
En fecha más reciente, y a invitación del diario El Financiero, los exsecretarios de Salud José Narro Robles, Julio Frenk Mora y Salomón Chertorivski, participaron en un foro de debate sobre la epidemia y las acciones emprendidas para su atención y combate.
Narro fue directo al grano al señalar que tanto su sucesor, Jorge Alcocer Varela y el propio López-Gatell habían actuado tarde y mal ante la epidemia internacional.
El también exaspirante a la dirigencia nacional del PRI, señaló que las autoridades de Salud minimizaron la amenaza y no tomaron las precauciones necesarias.
Lamentó además el abandono en que -como autoridades de Salud- han dejado al personal médico de las diferentes instituciones que atienden a los infectados de la enfermedad. Lamentó que no hubiera externado un gesto de simpatía con ellos.
Salomón Chertorivski censuró principalmente el rol protagonista que ha asumido el vocero del gobierno federal ante esta coyuntura y explica que más bien debería existir un equipo que informe sobre las estrategias y las acciones, así como del avance de la enfermedad.
Dicho equipo debería dar a conocer las opiniones y puntos de vista de los integrantes del Consejo de Salubridad General, no sus puntos de vista personales, tal como sucede ahora con López-Gatell.
Por su parte, quien fuera secretario de Salud en el sexenio de Vicente Fox Quesada, Julio Frenk Mora, censuró la poca claridad con la que expone López-Gatell, a quien reprocha usar en sus múltiples exposiciones del día un lenguaje demasiado especializado que más que informar sólo confunde a la población en general.
El tema ya ha sido manejado por otros personajes incluidos los exsecretarios de Salud mencionados, pero en su columna del pasado 5 de abril, el periodista Carlos Loret de Mola lo expone de manera clara y puntual.
En el año 2009 el presidente del país era el panista Felipe Calderón Hinojosa y se registró una epidemia de influenza A (H1N1). Había que actuar rápido y con precisión para frenar los contagios.
El presidente encomendó al entonces subsecretario de Prevención de la Salud, Mauricio Hernández y a su colaborador Hugo López-Gatell dos tareas precisas: montar un laboratorio para hacer la mayor cantidad de pruebas y determinar la cifra de contagiados, y dos: llevar el conteo puntual de las víctimas fatales de la enfermedad.
Los funcionarios fallaron estrepitosamente en ambas encomiendas. No montaron el laboratorio solicitado, porque desde entonces, López-Gatell y Hernández consideraban que no era necesario conocer con exactitud la cifra de contagiados.
El laboratorio terminó montándolo el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Ernesto Cordero Arroyo. En cuanto al conteo de muertos, Calderón le encargó a su jefe de encuestas, Rafael Giménez auditar la labor del par Hernández-López-Gatell.
El resultado fue aterrador: estaban sobrepasados por diez veces. Contaron doble a personas que tenían nombre compuesto y hasta incluyeron como víctima de influenza a una persona que había muerto atropellado. Tras el fiasco, ambos funcionarios fueron desplazados, aunque no despedidos.
López-Gatell adquirió entonces uno de los atributos que al parecer resulta indispensable para formar parte de la 4T: haber sido agraviado por Calderón. Eso, y su fidelidad perruna hacia AMLO y la cual ha demostrado con creces en más de una ocasión, lo tienen en el lugar en donde está.
En una de sus múltiples declaraciones Hugo López-Gatell señaló que “no sirve de nada saber si (una persona) es positivo o negativo porque la atención médica de una persona con Covid 19 es exactamente igual se sepa que tiene o que no tiene el virus”.
En otro momento reconoció que para calcular la cifra exacta de personas contagiadas habría que multiplicar por 8 o por 8.33 el número de contagios confirmados. Más tarde, prometió actualizar el factor a utilizar, cosa que no ha sucedido, de tal manera que no hay certeza sobre las cifras de la enfermedad.
Medios internacionales como El País, basado en la opinión de expertos, aventuran que la cantidad de infectados por Covid 19 en México podría ser hasta estos momentos de entre 629 mil y 730 mil, cifra muy superior a los 260 mil estimados por Hugo López-Gatell.