Libros de ayer y hoy
QUERÉTARO, Qro., 1 de diciembre de 2013.- Gobernar no es fácil. Se requiere de un estilo personal, pero además, de las complacencias de todos los sectores; el político, el empresarial, el eclesiástico, el mediático, el de la izquierda, de la derecha, del centro, del centro derecha, de la izquierda moderada…en fin, de todos. Y eso, la verdad, es verdaderamente imposible.
Entonces…¿cómo gobernar?. La verdad sea dicha no lo sé, pero lo que sí se es cómo me gustaría que me gobernaran.
Por lo pronto, sin mentiras ni acuerdos a medias y en lo obscurito. Puedo no estar de acuerdo en todo lo que decida el ejecutivo, pero sí creo en el derecho de saber cómo y porqué. Que pueda decir abiertamente lo que creo, sin censura oficial y menos la mediática y recibir una respuesta directa y cercana de quien me gobierna. Eso de preguntar y que no te contesten, no es de Dios, como diría mi madre.
Quiero que me gobiernen sin excesos en los gastos, pero con los suficientes y necesarios como para que las escuelas, los caminos, los servicios y los demás derechos a los que tenemos los que pagamos impuestos, sean eficientes y eficaces. No me molesta que los funcionarios públicos o los representantes populares ganen bien, pero nomás que trabajen, resuelvan los problemas que les tocan y no roben.
Quiero que se encarcele a todos los que cometen los mismos delitos, sin distingo de clase social y que se les permita defenderse también sin distingos. Que los que manejan la justicia sean justos y los que aplican la ley sean duros con los malos y no con los buenos.
Pero sobre todo, que quien me gobierne, sea un ejemplo para todos. Que su vida laboral, profesional y pública sea tan ejemplar que nos incite a ser como él o ella y me permita confiar en que, con aciertos o errores, me gobierna una buena persona.
¿Es mucho pedir?
Por lo pronto ahí está mi petición personal.
¿Cómo ve, Señor Presidente, por ahí va, o buscamos a otro?