El circo

En mi país se ha levantado un circo. Debajo de una gran carpa en el centro existe una pista que ha demostrado que será insuficiente para enjuiciar a quienes en el pasado reciente hicieron de la corrupción un acto no solo ilegal, ilícito, punible, sino cínico.

Mientras el primer invitado ha hecho uso de la pista principal se acondicionan a los lados un par más que servirán para atender a los invitados y decenas de involucrados en los hechos de corrupción que afectaron los intereses nacionales en administraciones pasadas.

Bajo la axila de Emilio Lozoya, primer número de este espectáculo, hay un paquete con videos, recibos, constancias, versiones de quienes ordenaron, recibieron, distribuyeron corrompieron o simplemente se beneficiaron de dineros surgidos de actividades no formales, indebidas.

La ley, dicta la teoría, habrá de atenderlos a todos. Nadie piensa en que habrá justicia, pero el asunto tendrá que ventilarse ampliamente.

De ello se encarga ya el presidente López Obrador quien cada que puede, diario si se puede, relata las corruptelas que facilitó la empresa Odebretch entre las cuales se pudo comprar la plancha con la que quedó terso el proceso legislativo de las reformas estructurales, destacadamente, la del terreno energético que tanto significa para Andrés Manuel.

En su momento todo habrá de ventilarse a detalle. Entre más avance el año y llegue 2021 más habrán de sacudir las conciencias ciudadanas de cómo se manejaban las cosas en las administraciones neoliberales. No quedará pilar político alguno que no disfrute de las simpatías del Presidente.

En marcha de la contrarreforma energética, existen más preguntas que respuestas pero todas ellas quedarán expuestas ante una opinión pública que harta, votará a mediados del año con la idea de que en este gobierno sí se está luchando en contra del principal flagelo económico nacional.

¿Habrá que pisar la cárcel Enrique Peña o en su caso el también expresidente Calderón? Seguro lo harán la decena de personas que están ya siendo mencionadas por la prensa. Lo cierto es que, como sabíamos que el dinero había servido para abonar conciencias legislativas (algo de lo que se habló desde que las reformas estructurales fueron conseguidas), sabemos que EPN estuvo, al parejo de sus principales colaboradores, muy involucrado en manejos ilegales de recursos derivados de componendas cínicas y vergonzantes.

Pero ¿llevará AMLO a EPN hasta la prisión so pretexto de la presión popular que así se manifieste? No se sabe. Enardecer a las multitudes pendientes de esa función de circo y de otras que habrán de abrirse sin llevar justicia plena a quienes en actos de corrupción hayan participado significará decepcionar a una masa ciudadana en espera de que por fin paguen los que tienen que pagar aunque nada cambie en el país o nada se resuelva de los graves pendientes que tenemos en el pizarrón nacional.

Pendientes como la manera en que articularemos una estrategia, si es que se articula alguna, para recuperarnos de una recesión económica que al segundo trimestre del año queda en -18.9% en términos anualizados , o… cómo vamos a recuperar los -12.5 millones de empleos que deja como saldo al momento la emergencia sanitaria… o si tendríamos algo qué hacer para que la recuperación económica sea más rápida o con cierta intencionalidad.

Tendríamos que pensar si hace sentido un programa económico de emergencia para no tener que esperar tres años más para llegar a pisar el terreno que ya pisó el país en finales de 2018.

O cómo vamos a sacar de la pobreza a los más de 10 millones que regresaron a esa clasificación so pretexto de la pandemia que nos azota aún sin que conozcamos el achatamiento de la curva que nos prometieron para mayo pasado.

Es importante que quienes abusaron de sus funciones y responsabilidades públicas cumplan sentencia al no haberse conducido en la legalidad. Por más que Emilio Lozoya haya pasado de indiciado a invitado de la Presidencia para colaborar en la investigación, su cooperación no basta para borrarle los pecados como parte del equipo de Peña Nieto ni las acciones que intencionalmente corruptas ejercició en calidad de Director General de Petróleos Mexicanos.

No basta con que devuelva propiedades de las que se hizo con dinero mal habido. No basta con ser generoso y detallado en la investigación y acopio de datos y constancias.

Debe de ir a la cárcel como deben de hacerlo quienes resulten corresponsables de lo que en esas acciones participaron.

Porque tiene un riesgo el administrador de ese circo: que decepcionados con el final de la función los electores del espectáculo decidan incendiar el sitio.

Nadie promete un final feliz sin que tenga la garantía de que así van a acabar las cosas.