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QUERÉTARO, Qro. 29 de enero del 2017.- La vida de Juan Heberto cambió radicalmente a sus 67 años de edad cuando en junio de 2004 presentó repentinamente un agotamiento físico muy severo, que lo hizo acudir al médico, quien después de realizarle algunos estudios, le diagnosticó hepatitis.
“La bilirrubina estaba muy alta y me mandaron tratamiento para la hepatitis, a la semana volví a consulta con otros análisis y los resultados indicaron los niveles todavía más altos, lo que ameritó realizarme un ultrasonido en el cual salieron unos nódulos. Después de ver este resultado el médico que me estaba atendiendo me sugirió consultar a un gastroenterólogo, porque estaba bajando mucho de peso y era necesario que me controlaran”, describió el paciente.
Cuando Juan Heriberto llegó con nosotros, pensábamos que se trataba de un cáncer en hígado y después de los estudios pertinentes, el diagnóstico final fue cáncer linfático, conocido como linfoma Hodgkin, el cual tiene más de 50 variantes, pero éste era uno de los más agresivos, destacó el doctor Jorge Vela, jefe del Departamento Clínico de Hematología de la Unidad Médica de Alta Especialidad “Dr. Antonio Fraga Mouret”, del Centro Médico Nacional La Raza.
El linfoma Hodgkin es un cáncer que se origina en los glóbulos blancos, llamados linfocitos, los cuales son parte del sistema inmunológico. El cáncer se origina cuando las células en el cuerpo comienzan a crecer en forma descontrolada, explicó el galeno.
Debido a que el linfoma que padecía de Juan era estadio 4, el máximo de actividad que tiene este tipo de cáncer diseminado a hígado y otros órganos, se le ofreció el tratamiento requerido y gracias a que siguió al pie de la letra las indicaciones del personal médico y de enfermería, se obtuvo un extraordinario resultado.
Fue sometido primero a un tratamiento nuevo, distinto a la quimioterapia, a través de un anticuerpo monoclonal que sólo afecta las células malignas, sin dañar las células sanas.
Después de un esquema de seis meses, todavía le quedaba evidencia de linfoma por lo que hubo necesidad de modificar el tratamiento por uno más agresivo, a base de cuatro quimioterapias que toleró muy bien, detalló el doctor.
Luego de ese tratamiento se logró la remisión completa de la enfermedad, es decir, la desaparición total de la neoplasia del cáncer, pero aún así podía regresar. Para ya no someterlo a otro tratamiento a base de radiaciones durante la segunda etapa del proceso, se le propuso al paciente hacerse un trasplante autólogo de progenitores hematopoyéticos de células de él mismo, del cual salió avante.