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QUERÉTARO, Qro. 24 de noviembre del 2016.- El 20 de abril de 1992, el estadio londinense de Wembley se convirtió en un mar de lágrimas. Allí, 72.000 fans -a los que se sumaron alrededor de mil millones de telespectadores- rindieron homenaje con un concierto de despedida a una estrella irrepetible: Freddie Mercury. Cinco meses antes, el legendario cantante de Queen fallecía a causa de una bronconeumonía complicada por el sida. Hoy se cumplen 25 años sin él, informó El Mundo.
Inolvidables son las giras de Queen con macroconciertos ante centenares de miles de fans. El más bien tímido Mercury, con su poblado bigote y su dotada dentadura, se transformaba sobre el escenario en un derviche que bailaba con el torso desnudo, el puño alzado al cielo y el soporte del micrófono acompañándolo a todas partes. El público lo adoraba, afirma su biógrafa, Lesley-Ann Jones. «Era lo que necesitaba, un público enorme que estuviera en perfecta armonía con él. La música liberaba a Freddie».
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