Resalta The New York Times asesinatos de estadounidenses en Michoacán
COAHUILA., 6 de enero de 2020.- A las 3:00 de una tarde húmeda en “La Manada”, el pequeño rancho jaspeado de espesos pinabetes y nopaleras frondosas, un enjambre de moscas gordas, atraído por el hedor a muerto, a carne podrida, revolotea ávido en derredor de la mano gangrenada, destrozada, de don Santos Martínez. Informa Vanguardia.
La mano izquierda de don Santos: apenas un amasijo de carne sanguinolento, pestilente, donde no hace mucho hubo una mano.
De vez en vez Santos se espanta las moscas, tercas, hambrientas, con su otra mano regordeta y tostada por el sol, que de un tiempo a la fecha ha empezado también a picarse.
“Mire lo que tengo ái. Mire, esto, esto… Me resultaron todos estos cuerillos en las dos manos. Es por el agua, por el arsénico del agua…”, masculla Santos.
Se lo dijo un doctor de Madero: que es por el agua que desde crío tomó Santos de los pozos contaminados con arsénico en el Ejido 18 de Marzo, municipio de Francisco I. Madero, en la Comarca Lagunera de Coahuila.
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