Libros de ayer y hoy
¿Quo vadis Veracruz?
La pregunta no es infecunda. Veracruz se cae a pedazos y déjenme les digo que el ánimo que entraña la interpelación del título y lo que se vive en esta entidad del sureste de México, se advierte en otras latitudes del territorio nacional.
Apunto la anécdota que reseñan documentos apócrifos de la biblia, obra del siglo II llamada Hechos de Pedro, cuando en una de las persecuciones de gobernantes locos y egocéntricos, en este caso Nerón, Pedro, que huía temeroso por su vida, se encuentra a Cristo resucitado y le pregunta: ¿Quo vadimus Domine? ¿A dónde Vas Señor? Y cristo, cargando una cruz en rumbo contrario a su apóstol, le contesta: Romam vado iterum crucifigi (Voy hacia Roma para ser crucificado de nuevo).
La vergüenza invadió al apóstol preferido, quien se regresó con el propósito de continuar con su ministerio, hasta entregar la vida
La mayoría de la población veracruzana sigue con la encomienda de sacar adelante al estado trabajando, haciendo lo mejor de cada uno o una, y hasta siendo optimistas bajo el yugo de la esperanza vana, pero la gran duda sobre nuestro fallo como sociedad, persiste, estoica, sobre nuestros cabezas, sueños y frustraciones al reconocer que la apuesta por renovar las élites, clase política, o como quiera nombrarlas, estás no responden.
¿Que hacer frente a una clase política, sea del color o discurso que sea, que sólo ve por sí misma y lástima a la población.
No conseguimos comprender que sucedió con el supuesto de la circulación de élites que renovaba la podredumbre de un régimen. ¿Será que los factores que determinan el acceso no son los mismos que determinan la permanencia?
Registramos que en los primeros meses del nuevo sistema, que se había comprometido a cambiar al país, están agraviando a la ciudadanía, toda, y el Estado se les está yendo de las manos llevándolo a un desastre humanitario. Al saqueo pasado hoy se le suma la ineptitud, soberbia combinada con resentimiento social, odios, ignorancia y más de lo mismo que se desechó, pero sin “expertise”, como dicta la moda del léxico mitad español, mitad extranjero.
A cambio del sufragio en las urnas se reciben multiplicidad de descalificaciones, insultos, arbitrarios recortes presupuestales para luego sorprender con su petición de unidad o usar expresiones como la de Cuitláhuac García. “Lástima Margarito, la cuatrote llegó para quedarse” o la del presidente “Disculpen, estamos trabajando” mientras la gente muere. o “No estás sola” para amparar la ineficiencia letal.
Hay voces que solicitan tiempo para recomponer el país y sin duda que la sociedad mexicana lo otorgaría gustosa si no estuviera resintiendo un atroz desmantelamiento de la infraestructura sin que emerja otra, eficaz, asertiva y que venga a aliviar las penas de un México que está más allá del Palacio nacional, en esta nueva versión de desapego de los gobernantes con el México real.
Veracruz es una entidad lastimada por los últimos gobernadores y camarillas que los acompañan. Mismos que han dejado en la quiebra y rehén del crimen organizado a la población. Si bien los antecesores del PRI y el PAN contribuyeron, a seis meses la situación se agrava y no se les puede responsabilizar del crecimiento exponencial de los problemas por el desempleo, inseguridad y desprecio al pueblo bueno que confió en ellos.
El célebre politólogo italiano Giovanni Sartori, estudioso del sistema de partidos, publicó un artículo que tituló: «¿Hacia dónde va la ciencia política?», y la cáustica respuesta del autor de Ingeniería Constitucional comparada fue, sencillamente, «a ningún lado». Lamentablemente ni Veracruz, ni el país, pueden aceptar esa contestación porqué somos millones las y los afectados. Un pueblo que no tiene proyección hacia un futuro está destinado a morir.
Los analistas de los movimientos políticos tenemos que abocarnos, no a revisar los estudios sobre la circulación histórica de nuestras “élites”, sino a la circulación de minorías trepadoras que abusan del poder adquirido en su propio beneficio, creyendo que son los dueños de los recursos públicos, o del país.
Para ir a fondo habría que revisar algunos supuestos básicos sobre los modos de producción de las elites veracruzanas y del país, y sobre la vinculación -o la falta de ella- con la solución de los problemas públicos, pero, el espacio no es suficiente para plantearlo.
Como primer paso hay que esbozar la interrogante del “cómo” es que hemos llegado a un estado tan lamentable en un territorio tan generosos de recursos humanos, naturales y económicos. No acepto aquello de que las y los veracruzanos tienen el pueblo que merecen. Me niego. Hay explicaciones desde las ciencias sociales mucho más aclarativas de este sinsabor.
La frustrante política nacional mexicana de inicios del siglo XXI obliga a releer a los clásicos pensadores como Pareto, como una de sus últimas contribuciones, la “circulación de las élites”, que dicta que las sociedades siempre terminan por ser gobernadas y administradas por “élites”, o minorías sociales, de cualquier índole ideológica, y que no responden a cálculo racional previo alguno.
La historia de los regímenes políticos deviene así, “en cuna y cementerio a la vez de “élites” sucesivas”. Por fortuna y pese a que para los veracruzanos la gran duda sigue siendo es el motivo por el cuál surgen gobernadores que, no solo no llenan las expectativas del mandato social, sino que reciclan las viejas prácticas que debieran desaparecer con el voto diferenciado en las urnas.
Como ello se repite, con sus matices regionales, en todo el país, lo que hay que buscar es solucionar el problema de la Democracia, de hacer compatible sus valores con la inevitabilidad de la élite en el mundo contemporáneo.