Los límites de la complacencia
Desde finales de febrero existe una cuenta en Tuiter donde se observan fotografías de una persona, robusta, con gesto de importantísmo, en primer plano. Si uno tiene la paciencia para leer el breve texto se entera de que dicho personaje “acompaña” una y otra vez, a los más diversos eventos, al gobernador del Estado de Quintana Roo.
El “acompañante” es en realidad el nuevo jefe de prensa, director de comunicación social, vocero o como se quiera nombrar. Se llama Fernando Antonio Mora Guillén.
Desconocido para muchos, mayoría de periodista nacionales, para quienes hemos cubierto Presidencia o fuentes políticas en los últimos cuarenta años, el apellido, el físico nos lleva a su tío, Gustavo Mora, y para algunos los refiere a su padre del mismo nombre.
Además de acompañar al gobernador, el señor Mora se ha dado tiempo para reunirse con quienes pasaron a ser sus empleados, es decir para conocerlos.
Hasta ahí.
Asombra que quien dice, pretende, o tiene como meta divulgar las acciones, los hechos, los avances del gobierno y del gobernador apenas haya abierto una cuenta de Tuiter. Sobre todo, porque fue, eso dice su currículo, el enlace de medios de comunicación del gobierno en la CDMX. Donde, asombra también, no consiguió que algún reportero importante, de medios electrónicos, escritos o alternativos, lo siga. Es decir, que a los periodistas nacionales no les interesa qué puede subir a su espacio tuitero, mínimo.
Los mexicanos pasamos ocho horas diarias, promedio, en redes sociales. Más del 60 por ciento de quienes tienen educación superior se informan en redes sociales. Tuiter es, definitivo, la red social política. Ahí, en esa red, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador tiene más de cinco millones de mexicanos. Ahí, en Tuiter, su esposa Beatriz, dejo de aparecer por la gran virulencia vigente. Ahí se deciden elecciones. Ahí, en esa red social, el expresidente Donald Trump hizo los anuncios más importantes de su mandato.
Carlos Joaquín tiene una cuenta en Tuiter desde antes de ser candidato. Y lo siguen, actualmente, 110 mil personas que, voluntariamente, abrevan información que él decide subir a ese espacio.
Hablamos de más de cien mil personas, mientras que Mora, su nuevo “acompañante”, tiene 173 seguidores. Menos que cualquier aspirante a comunicador local. Menos que menos que cualquier jefe de prensa en cualquier entidad federativa.
¿Por qué esto es importante? Simplemente porque no se puede hacer comunicación política en México sin pasar por Tuiter. Y que no haya tenido antes una cuenta en esa red social evidencia que tiene ideas muy anticuadas al respecto.
Su antecesor, un empresario que jamás pretendió ser comunicador, Carlos Orvañanos, tiene 7 698 seguidores. No muchos, pero muchos más que Mora, quien además es “patrono” de una fundación que lleva su nombre, signos de interrogación.
La señora Haidé Serrano, que fue titular de comunicación social dos veces en este gobierno, tiene 4,601 seguidores.
Cifras que dicen mucho.
¿Qué sucede en Tuiter? La realidad social, política, que se confronta, que crece, que modifica esa realidad. Sucede el pulso real de las supuestas imágenes públicas.
¿Carlos Joaquín ha logrado comunicar bien, eficientemente, lo que ha hecho, lo que ha conseguido en estos cuatro años que son casi todo su gobierno? ¿Cuánto dinero se gasta en redes sociales? ¿Qué importancia tienen las redes sociales, entre las que debemos sumar a WhatsApp, donde abundan los “chats” políticos en el Estado, también Facebook que no es mi favorita? En Tuiter se abren y se cierran puertas de futuro, se destruyen carreras políticas, se provocan acciones de gobierno.
¿Cómo quiere pasar a la historia Carlos Joaquín? Hoy por hoy no le ha encomendado esa labor a un publirrelacionista que, además, no olvidar, tiene su propia agencia de comunicación $$$$, que funge como patrono en una fundación para la “libertad de expresión”, que no tiene casa en Chetumal, que viaja en primera clase, que no conoce a los reporteros locales, que suda y suda y suda agobiado mientras se toma fotografías de acompañante. Porque si se la hubiese encomendado, el señor Mora hubiese conseguido, por lo menos, cinco o diez mil seguidores en Tuiter.
¿Cómo puede comunicar algo quien no tiene espacio o seguidores para comunicar?
¿Volverán a perdonar a Haidé y regresará como Ave Fénix? En Quintana Roo todo puede suceder.
PD mientras escribía este texto el señor Mora consiguió otro seguidor en su cuenta de Tuiter, con retraso se sumó la cuenta Comunicación Quintana Roo, la oficial del gobierno, que llevaba dos meses sin enterarse de qué fotografías subía el “acompañante” del gobernador.