Libros de ayer y hoy
Hace unos días apareció en plena Ciudad de Chihuahua, una de las llamadas narcomantas, donde usaron el apellido de nuestra familia y comunidad para atacarse entre grupos de criminales.
Palabras más, palabras menos, unos acusaban al gobierno de México de no hacer nada por resolver nuestro caso, y llegaban hasta mencionar nombres de presuntos responsables, de autoridades y hasta de William Barr, ex fiscal general de los Estados Unidos.
En otro momento, en otra situación, realmente hubiera sido una desagradable sorpresa que nos mencionaran como referente, o como parte de una crítica al sistema actual, sobre todo porque nuestra comunidad, nunca buscó estar en el foco público, vivíamos en un entorno seguro, entre familias, entre camaradería, pero nos despertó un hecho calificado como uno de los más aberrantes en la historia del país.
Comento todo esto, porque el despertar que tuvimos fue rudo, sórdido, y nos enseñó la peor bajeza a la que pueden llegar los seres humanos: a volverse indolentes ante la vida humana, a servirse del dolor ajeno, y poner y quitar, entre ellos y sus intereses, a inocentes y víctimas.
Otra vez, ahora colgados de una manta escrita para dar miedo, quedó mi familia entre fuego cruzado, criminales acusando a delincuentes, como si pelear por quien es menos malo y ruin, representara algún mérito.
La noticia corrió rápido en la comunidad, veíamos las imágenes con cierta incredulidad, y es que realmente la revictimización ya no conviene a nadie, y más que hemos decidido dejar de sentirnos víctimas, ya pasó el periodo de duelo, y ahora el recuerdo de nuestra querida familia caída, nos motiva a trabajar por un mejor país, uno donde las narcomantas sean cosa anécdotas de un pasado que superamos, o eso quiero un día, decirles a mis hijos.
No me espanta ni preocupa una manta, pero sí me alarma lo que representa que existan. Es un México que no respeta a nadie, donde los gobernantes ya se acostumbraron a verse acusados en lonas que cuelgan de puentes, y de una mensajería primitiva entre grupos de terroristas.
Esta noticia quedó enmarcada con otra, también hace unos días fue vinculado a proceso Wilber M. L., alias “La Parka”, no podía tener un mejor nombre este mensajero y mandadero de la muerte.
De acuerdo a versiones, este narco terrorista, fue de los que además de disparar en contra de mi familia, dio la orden también de quemar los vehículos, lo demás es historia y todos han visto en imágenes como quedó el lugar de los hechos.
Pues hace unos días fue la audiencia en la que participó mi tío Adrián LeBarón, padre de Ronhita, y fue testigo de cómo era vinculado a proceso este delincuente, no es fácil, para nada fácil ni cómodo atravesar por estas etapas, pero la valentía y petición de justicia, es la que ha motivado nuestras últimas acciones.
Así que a lo que aspira nuestra comunidad, y por lo que quiero trabajar, es para que el caso de mi familia no quede impune, porque con esto podemos encontrar un mecanismo, para procurar justicia a todas las familias.
Sí, queremos a todos los que participaron en el crimen pagando una condena, pero lo que pretendemos es que se asiente la base de un nuevo país, donde la patria se forje del corazón para fuera, donde el gobierno sepa escuchar y atender, donde no haya parkas entre nosotros, y mucho menos, ninguna familia vea su nombre en una manta colgada, evidenciando un sistema de justicia, hasta hoy, en deuda con todos los mexicanos.