Libros de ayer y hoy
Dejaron en la muerte al sector salud
Por: Teresa Gil
Medicamentos caros, medicamentos ilegales, abuso de la industria farmacéutica al incluir en el precio de las medicinas criterios de investigación y desarrollo que ya deberían de estar insertos, complicidades de funcionarios del sector salud, mantuvieron al pueblo mexicano en un estatus que en algunos casos pudo ser de muerte.
La cadena que permite englobar en las decisiones, campañas, presupuestos y manejos de diversas cosas en ese sector salud, supone que el gasto en medicamentos está relacionado por ejemplo, con enfermedades al alza -y que son una mina para los farmacéuticos-, como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiacas y otras muy copiosas.
La conducción del país fue abordada por los últimos tres regímenes por impericia o dolo, depende, desde varios flancos: la muerte violenta en una lucha fratricida que se multiplicó, el aumento de la deuda externa que empobreció más al país y la cancelación de miles de opciones que impidieron a las grandes mayorías salir de la gruta profunda en donde estaban. Pero hubo un sector que como genios malévolos, les proporcionó a los tres gobiernos la solución que ellos querían y no era el petróleo al que ya incluían como negocio propio: me refiero al de la salud.
Y lo peor es que muchos hasta ahora se dan cuenta. Nada es tan apremiante y perentorio que la salud. Ese sector posibilita todo, los planes , las inversiones, las complicidades y permite abandonar el barco cuando se quiere. Se nota ahora, mucho tiempo después, cuando nos encontramos con un sector salud en la peor crisis, desbaratado y con las dos terceras partes de la población sin seguridad social.
LAS POLÍTICAS PÚBLICAS SE REFLEJAN EN LA MALA SALUD DEL MEXICANO
Las políticas publicas, legítimas en las leyes, tuercen su rumbo de la manera más insospechada. Y las normas que dan aliento al menos demagógicamente en algunas partes, son omisas en otras. El caso de la diabetes es paradigmático. La padecen más de 12 millones, es una de las principales causas de muerte y se calcula que en seis años, serán más de 15 millones los que la padezcan.
El estado mexicano gasta en esa enfermedad más del 30 por ciento del presupuesto destinado a la salud y para el sector privado se ha convertido en el seguro modus vivendi con laboratorios, farmacias y transnacionales avizoras que paran la oreja cuando un gran negocio está en puerta.
Lo paradigmático está en el hecho de que es una enfermedad – y otras están en el mismo caso-, generada por el propio estado que supuestamente la controla y la vigila. Paralelamente no hay control en el etiquetado, en las grasas y carbohidratos de los productos de consumo; los refrescos campean en el país, sin ningún resguardo y los miles y miles de puestos callejeros que alimentan a una población desorganizada, aumentan el peligro de esa terrible enfermedad.
Las campañas son tibias -cuando las hay-, reducidas y de poco tiempo. No hay una advertencia que surja de las instituciones, no hay una información real permanente al enfermo, del peligro que enfrenta. Es ahí donde se contraponen las políticas públicas con una intención utilitaria, vistas las denuncias que se están haciendo de complicidades públicas en la venta y adquisición de medicamentos.
Controlan por un lado pero sueltan la cuerda en otro. Eso produce el gran negocio que factura más de 17 mil millones de dólares con el que los anteriores sexenios tuvieron grandes dividendos. De esto, próximamente se ofrecerán pruebas.
COMO SOBREVIVIR AL SECTOR SALUD Y SUS POLÍTICAS LAPIDARIAS.
La escritora de habla inglesa Linda Hanner invitó al neurólogo John J. Witek y al psicólogo clínico Robert B. Clift ambos altamente calificados, a intervenir en su libro Como sobrevivir a su doctor, obra que fue publicada en México en 1991, traducida del inglés por la editorial Selector.
En doce capítulos, la autora transita por su sector salud, lleno de recovecos y el papel que juegan los médicos adscritos al mismo en la atención de los pacientes. Ella tardó cinco años en ser diagnosticada de lo que realmente tenía -estuvo grave-, después de ver a infinidad de médicos, tomar todo tipo de medicamentos y quedar prácticamente en la ruina.
Dos cosas destacaré en esta ocasión de este interesante libro, la presión que ella cuenta que ejercen las empresas farmacéuticas y los laboratorios sobre los médicos, para que receten cierto de tipo de medicamentos (a ella la llegaron a intoxicar) y el alto presupuesto que se mueve en esos recovecos.
Y el otro es el derecho que tienen los pacientes -hay un código que deben de tener todas la clínicas-, de saber todo lo referente a su enfermedad, los medicamentos y sus efectos, las interacciones de éstos y advertencias diversas que se le deben de hacer. Cinco años después, ya sana, escribió este libro que en México tiene Amazon en diferentes formatos.
Me gustó la frase que se atribuye a Hipócrates en el sexto capítulo:
La vida es corta el arte duradero la oportunidad fugaz la prueba traicionera el diagnóstico difícil.