Líneas Quadratín
Las extrañas inferencias de la magistrada Janine Otálora del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), tienen un extraño olor a golpe y “ huele a venganza”, como lo cataloga la Rayuela de La jornada el 9 de junio. Muy comedida, la magistrada, relacionó la presunta propaganda a favor de AMLO en la Consulta de Revocación de Mandato, con la violencia política en razón de género, para tipificar “pérdida del modo honesto de vivir”. Me recordó la extraña decisión sobre el 10 de junio en torno a Luis Echeverría (LEA) el año de 2006, cuando un juez convirtió uno de los genocidios más evidentes y terribles, en “un homicidio simple”. Los juzgadores de entonces que aprobaron esa decisión que liberó a LEA, tenían intereses fincados muy claros. La decisión pasó rauda y veloz y LEA fue liberado de culpa por la justicia mexicana. La absurda inferencia de la magistrada del TEPJF a la que tal vez le duele su corazón priista, afecta a 17 gobernantes morenistas (contra los triunfadores, pensó la mujer) y como ese axioma que señala que las despechadas son peores que el fuego del infierno, puso su pisada en esos gobiernos de perder su derecho a ser electos Y en la advertencia más directa claro, contra Claudia Sheinbaum mujer posicionada para la presidencia del 2024, en venganza muy femenina de otra mujer. Y eso que las feministas luchan para que se de la unidad en defensa del género.
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Las carcajadas que arranca don Joe Biden cuando habla de democracia, son las que podrían provocar las decisiones tan fuera de contexto de la señora Otálora. Igual que las del ex presidente de Estados Unidos, en ese caso Donald Trump, tomadas para nombrar presidente de Venezuela a un don nadie como Juan Guaidó y que se maniobrara en la asamblea legislativa, para lograr la votación adecuada. Lo mismo que se hizo contra la presidenta Dilma Roussef, para sacarla del puesto. Las tales soberanías, la votación del pueblo, ceden a una interpretación legal y un voto sesgado. Una sola persona puede decidir el futuro de un país, con el perdón, en el caso nuestro, al artículo 39 constitucional. El tribunal electoral, aliado con el INE, sus maniobras las hace de tanto en tanto, como las órdenes que suele dar el señor Lorenzo Córdova sin que ninguna ley lo autorice. Ahora la interpretación está sobre el designio del pueblo y se les debe haber hecho agua la boca a los dos entes mencionados, el primero de julio de 2018, para declarar ilegal la elección de los más de 30 millones. Un rubor vergonzoso que podría llamarse miedo, los detuvo. Pero cuanta fue su fruición al declarar ilegal los más de seis millones a que redujo sus artimañas y las del INE, la consulta de revocación de mandato. Más de seis millones de voluntades populares que podrían haber sido interpretadas, ya que en eso andan, para mejores fines. Pero ellos las tiraron a la basura.
LA TIRANÍA INTERPRETATIVA EN LA INEFICACIA DEL DERECHO
Es tan jalado de los pelos lo que propuso la señora Otálora, que un caso que podría solucionarse con una sanción simple que no llegó a mayores, si es que se cometió realmente, con una infracción, a cada gobernante. Ahora resulta que la señora Sheinbaum, podría perder la presidencia en caso de que una mujer sea la señalada para disputar el 2024; solo por una firmita para desearle buena suerte a AMLO. Una firmita de apoyo los convertiría a ella y a los otros 16, en personas “sin modo honesto de vivir”. Se oyen las mismas carcajadas sobre la presunta democracia de señor Biden. La llamada crisis de ese sistema en la forma como esta planteada actualmente, que tiene como ejemplo lo señalado en este caso del tribunal electoral o lo mencionado sobre el señor Biden cuando excluye de América, a varios países americanos, demuestra que no es la democracia sino su forma de interpretarla lo que está en crisis. Un poder de personas designadas desde arriba mediante democracia indirecta como son los magistrados del tribunal, exhibe la crisis no del derecho mismo sino la forma de abordarlo. Estamos con la señora Otálora ante una persona ya sea vengativa o despechada, que pone en entredicho todo un sistema jurídico. Y en el caso de Biden y su cumbre, la interpretación de un sistema que depende de los intereses de quien lo interpreta. Hay que volver a Charles Louis de Secondat, Varón de Montesquieu, a su Del Espíritu de las leyes o a La separación de poderes ( Página Indómita 2021).