Libros de ayer y hoy
Una de las herencias más nefastas de los propagandistas de gobiernos autoritarios de la historia para engañar a la sociedad –como la dictadura de Hitler–, fue lo la estratagema motejada como “la vacuna” o “la lavadora”.
Se trataba de lo que hoy conocemos como el “discurso engañabobos” o “el periodismo basura”, que no es otra cosa que la siembra de historias mentirosas para engatusar ciudadanos y para crear falsos críticos del Estado.
Por ejemplo, durante la década hitleriana de 1935 a 1945 del siglo pasado, el maestro de la manipulación se llamó Joseph Goebbels, artífice de la máxima de que repetir una mentira mil veces la convierte en verdad.
Y vale el aporte memorioso porque en el gobierno de López Obrador hoy están de vuelta “la vacuna” y “la lavadora” y se usan para “vacunar” las transas de los hijos del presidente y para “lavar la cara” de supuestos nuevos críticos del gobierno; el semanario Proceso y la señora Carmen Aristegui.
En efecto, con la publicación de un dizque reportaje sobre los pingües negocios de los hijos mayores de AMLO –la presunta fábrica de chocolates–, se armó una historia sin pies ni cabeza que intenta exhibir favores públicos a la prole de Obrador y la utilización tramposa del programa “sembrando vida”.
Lo cierto es que tanto “la vacuna” como “la lavadora” dieron el efecto esperado y hoy los negocios sucios de los López Beltrán están “vacunados” y fueron rehabilitados aplaudidores oficiales como Proceso y Aristegui quienes a partir de hoy, ya son parte de las “botargas” críticas de Obrador.
Y sí, frente al ardid propagandístico muchos “se tragaron el sapo”, sin siquiera digerirlo y menos entenderlo.
Pero vamos por partes.
1.- El cuento de sembrar cacao en un terreno heredado por los López Beltrán y la fábrica de chocolates no resiste la más elemental prueba del ácido.
¿Por qué?
Porque cualquiera con un conocimiento elemental en fabricar alimentos procesados –como un chocolate–, sabe que es más barato, práctico y de mejor calidad, adquirir chocolate elaborado –antes que sembrar el cacao–, para poner en el mercado una nueva marca; artesanal o con la mayor tecnología.
2.- Además, para que una marca de chocolate sea negocio se requiere una agresiva campaña publicitaria y la venta de toneladas de producto, como para viajar en aviones privados, vivir en mansiones extranjeras y ser atendidos en hospitales de Houston.
3.- Lo cierto es que la fábrica de chocolates “de los hijos incomodos” no son más que una pantalla.
¿Por qué una pantalla?
Porque el verdadero negocio de los hijos del presidente es el lavado de dinero; dinero negro producto de extorsiones a todo tipo de empresas en México y del saqueo de las arcas públicas.
4.- Por esa razón la “empresa chocolatera” tiene su registro empresarial en Delaware, punta de la madeja en EEUU para mover millones de dólares a paraísos fiscales. Y nada de eso dice “el reportaje”.
5.- Lo cierto es que el “reportaje basura” solo habla de la presunta siembra de cacao y nada de una fábrica, de sus montos de producción, ventas, campañas publicitarias y menos de su mercado.
Es decir, es un “reportaje pantalla” que sólo sirve para “vacunar” las actividades ilícitas de los hijos de López a quienes nadie más investigará porque el escándalo chocolatero ya fue exhibido por Proceso y Aristegui.
6.- Pero si había dudas de la eficacia de “la vacuna”, a “las transas” de los López Beltrán, el propio presidente López descalificó a sus otrora aduladores, lo que al final de cuentas termina por “lavarles la cara”.
¿Y qué significa “lavarles la cara”?
Elemental; que así como AMLO construyó a las “botargas” que hacen el papel de “patiños” en sus mañaneras, hoy rehabilitó a Proceso y Carmen Aristegui como supuestos “críticos de su gobierno”.
Y en lugar de que las “transas”, los “cochupos”, las “raterías” y el “saqueo” del gobierno de López lo publiquen de manera puntual El Universal, Reforma, Carlos Loret o Ricardo Alemán, lo publicarán “chabacanos” y “engañosos” críticos del gobierno.
Esas botargas llamadas “Proceso” y “Carmen Aristegui”.
Sí, la desesperación por el fracaso total lleva a Obrador y sus “genios” a copiar la propaganda de los peores maestros “engañabobos” y fabricantes de “botargas” aplaudidoras.
Pero sólo engañan a los tontos.
Al tiempo.