Trump tiene su modo
Como se dijo en las dos anteriores entregas, en 1988 el PAN resultó el gran ganador de la crisis electoral de ese año al forzar la transición democrática, restablecer la relación del Estado mexicano con el Vaticano y negociar sus primeros gobiernos estatales.
Como también dijimos ayer, el PAN impugnó la elección de 1988 al denunció un fraude que habría favorecido tanto a Carlos Salinas como a Cuauhtémoc Cárdenas, pero que les permitió negociar con el nuevo gobierno salinista, lo que significó el arranque de la transición democrática pactada.
Salinas cumplió su alianza, empujó una tibia reforma electoral, entregó al PAN gobiernos como los de Baja California y Guanajuato, e hizo suyas reformas compartidas con Acción Nacional.
Pero 6 años después, en la elección presidencial de 1994 sobrevino no sólo el estallido social de Chiapas, con la aparición del EZLN, sino el magnicidio de Luis Donaldo Colosio.
Por eso, de manera fortuita, llegó al poder Ernesto Zedillo, presidente con el que el PAN pactó su segundo “cogobierno”, para hacer posible el paso decisivo de las reformas electorales, con la que se favoreció la alternancia en el poder presidencial y la caída del PRI, en el año 2000, .
Y precisamente al arranque de ese gobierno un ambicioso aspirante a dirigir el PRD, Andrés Manuel López Obrador, siguió los pasos del PAN y se alió precisamente al otrora repudiado gobierno de Ernesto Zedillo.
Los incrédulos de esa realidad pueden consultar la hemeroteca del diario La Jornada del lunes 3 de junio de 1996, que tituló así la nota principal de esa fecha: “Conspiran contra Zedillo: López O.”.
Resulta que AMLO buscaba ser presidente del PRD y, con el “petate del muerto” de la supuesta “conspiración” contra Zedillo, le propuso un pacto “para legitimarlo en los hechos”. Vale recordar que Cuauhtémoc Cárdenas también consideraba ilegítimo al gobierno de Zedillo.
Es decir, que en aquel 1996, López siguió los mismos pasos que el PAN en 1988; sí, pactó un “amasiato” con Zedillo.
La nota principal de La Jornada de la fecha citada se refería a una declaración de AMLO formulada en Misantla, Veracruz, el domingo 2 de junio, en donde además dio a conocer la propuesta de un “acuerdo de unidad y apoyo político” al gobierno de Zedillo.
¿Qué proponía dicho acuerdo?
Así lo dijo el propio Obrador: “No queremos alianzas con el presidente Zedillo. Deseamos acuerdos donde él; que se comprometa con el pueblo y con la nación, y nosotros a construir una verdadera transición democrática.
“Queremos acceder al poder, pero no sobre el cadáver de la República; queremos un nuevo proyecto nacional, pero ello sería imposible si perdemos a la nación. Zedillo podría tener el apoyo del pueblo mexicano, de nosotros mismos, pero no se la quiere jugar del lado del nacionalismo”. (Fin de la cita)
Lo que proponía AMLO al presidente Zedillo en su arenga del domingo 2 de junio de 1996, era una copia de lo que propuso el PAN a Salinas en la concentración del Zócalo, la noche del 16 de noviembre de 1988; un pacto político de transición.
Pero también era la primera traición de López a Cárdenas y al PRD.
Por eso, el primero en denunciar dicha traición al PRD y a la izquierda –ya que el PRD y Cárdenas habían impugnado la elección de Zedillo y la creación del Movimiento de Salvación Nacional— fue nada menos que Heberto Castillo.
En su artículo del semanario Proceso, número 1023, del 10 de junio de 1996 —titulado “Lombardismo en el PRD”—, Heberto denunció: “Los bandazos del candidato a la presidencia del PRD, Andrés Manuel López Obrador”, y enumera las incongruencias de un político que se decía de izquierda y pactaba con el PRI.
Al final, López se convirtió en líder del PRD y en 1997 su partido ganó el gobierno del DF con Cárdenas, pero también gobiernos como los de Tlaxcala, Baja California y Zacatecas.
Pero acaso la mayor ganancia de Obrador fue que el presidente Zedillo ordenó avalar su ilegal candidatura a jefe de Gobierno del DF; lo que catapultó su llegada al poder presidencial en 2018.
Dicho de otro modo: el PAN y PRD negociaron reformas, elecciones y puestos de poder con el PRI, a cambio de legitimar a los gobiernos tricolores, tanto en 1988, como 1996.
Pero también es cierto que esa estrategia dio como resultado la más avanzada reforma electoral –aprobadas en 1996-1997–, y que hizo posibles elecciones creíbles, equitativas, legales y transparentes…
Y esas reglas que hicieron presidentes a Calderón y a López, son las mismas reglas que hoy incomodan a Obrador, quien está empeñado en instaurar una dictadura.
Sí, el de AMLO con Zedillo fue un “amasiato”, del que nació el “PRIMor”. Sí, el tiempo, siempre el tiempo. Al tiempo.