Líneas Quadratín
¡SI LOZOYA ES BEJARANO II, ENTONCES PEÑA ES AMLO II!
Seguramente nadie le advirtió a López Obrador sobre el riesgo mediático de filtrar los videos de la corrupción, de Emilio Lozoya.
Es posible, incluso, que el propio presidente no quiso escuchar a quienes le habrían dicho que esos videos eran una copia de las peores practicas de su gobierno –el de AMLO–, en el entonces Distrito Federal.
Sin embargo, al final de cuentas se impuso la terca idea de AMLO y hoy conocemos un video en donde supuestos empleados de Lozoya entregan pacas de dinero a empleados de senadores del PAN –en especial del hoy gobernador de Querétaro–; video que se confirma como copia fiel de aquella escena donde René Bejarano –el hombre de Obrador entre 2000 y 2005” en el GDF–, recibe pacas de dinero a nombre del jefe de gobierno.
¿Cuál es la diferencia entre el video de Lozoya y el video de Bejarano, si las dos imágenes son idénticas…?
¿Acaso alardea López Obrador de que él es el padre de la práctica del soborno y “el moche” para mantener aceitado el poder?
¿O será que AMLO cobra venganza para que sus adversarios “sepan lo que se siente” ser exhibido como una “rata de alcantarilla”?
¿Asistimos a una más de las venganzas patológicas de López Obrador?
Como quiera que sea, lo cierto es que muchos jóvenes que no conocían las corruptelas de AMLO, hoy saben que el presidente mexicano –en tanto jefe de gobierno del DF entre 2000 y 2005–, ya era todo aquello que hoy cuestiona; un ladrón del poder y la política.
Es decir, el mensaje de los videos de Lozoya –igual que los videos de Bejarano–, es que los corruptos del PAN y/o del PRI, son iguales que las ratas de Morena de hoy. Son igual de corruptos que el gobierno de AMLO no sólo en el DF, sino a nivel federal.
Y, por eso, obliga preguntar.
¿Qué es lo que gana el presidente Obrador, con la exhibición de los videos de Lozoya, en los que se confirma que 15 años antes, su entonces hombre de confianza, René Bejarano, aparecía igual que hoy aparecen Lozoya, supuesto hombre de confianza de Peña, recibiendo pacas de dinero?
¿Qué gana López Obrador con la difusión de un video en donde él y su pasado son los más embarrados y cuestionados? ¿Será que López sólo busca una venganza vulgar, al mejor estilo de la venganza contra Rosario Robles o contra Felipe Calderón?
Y es que, según los dos videos, el verdadero maestro de la práctica de entregar pacas de dinero a cambio de lealtades y negocios, se llama Andrés Manuel y se apellida López Obrador.
¿Qué pretende el presidente Obrador al mostrar los videos?
¡Quiso decir, López Obrador, que todos; panistas, priístas y perredistas son igual de corruptos que su escudero, Bejarano!
¿Quiere decir que Morena, el partido en el poder, es igual que el PRI y que el PAN y el PRD?
¿De verdad ese es el mensaje del video que filtro en redes sociales un hermano de Emilio Lozoya?
Si esa es la urgencia del presidente al dar a conocer los videos –cobrar venganza por la exhibición de Bejarano–, pingüe beneficio el que consiguió López Obrador.
¿Por qué?
Porque si el René Bejarano de antaño, hoy se llama Emilio Lozoya, entonces se puede decir que el López Obrador de antaño, hoy se llama Enrique Peña. ¿O no?
A menos, claro, que el verdadero objetivo de López –y su fin último–, sea la teoría del caos.
¡Y eso qué significa?
Elemental; que López Obrador y su gobierno siguen los pasos y la enseñanza de poderosos dictadores y criminales del pasado –cuya historia valdría que todos revisaran–, como Benito Mussolini y Adolfo Hitler.
En efecto, los dos sátrapas jugaron el juego de la destrucción del sistema político de su tiempo, para surgir como los salvadores de la patria y, en especial, para instaurar una dictadura.
Si el mensaje es que todos en la clase política mexicana son igual de corruptos –y todos incluye a AMLO–, entonces el presidente mexicano ya dio un paso sin retorno a la destrucción de la democracia.
¿Y cual es ese paso?
El paso del caos; de la destrucción total de la democracia; de la desconfianza y la polarización, en donde nadie es capaz de nada, sin el aval del tirano dictador.
El paso en donde no existen límites entre la mentira y la farsa; entre la realidad y la simulación; el caos y el orden.
Y ese es el paso previo a la dictadura.
Al tiempo.