Indicador Político
Sin duda que las cifras de la violencia criminal en México son de terror. Son la mayor prueba del fracaso del gobierno de Obrador.
Sin embargo, más preocupante que la frialdad de los números, resultan el desdén político, social y periodístico por ese fracaso.
Y es que ante la mayor epidemia de violencia de la historia mexicana muchos ciudadanos –periodistas incluidos–, prefieren voltear para otro lado, mientras que otros se niegan a analizar lo inocultable. Incluso existen quienes ante la terca realidad prefieren argumentar que no son importantes las cifras de la violencia criminal.
Parece que a pocos les importa que sólo en los primeros 228 días de la gestión de López Obrador las cifras oficiales reportan la muerte violenta de casi 22 mil mexicanos.
Es decir, una escalofriante estadística de 96 vidas perdidas cada día. O, si se quiere, cuatro muertos cada hora; un mexicano muerto cada 15 minutos.
En pocas palabras, resulta que durante los 90 minutos que, en promedio, duran las “mañaneras” de López Obrador, son asesinados seis mexicanos por la ola criminal que recorre todo el país y que tampoco le importa al presidente.
Se trata, como muchos saben, de la mayor mortandad violenta en la historia mexicana; 22 mil familias enlutadas, 40 mil padres que sufren la pérdida de un hijo y por lo menos otros 60 mil hermanos y padres que pasan por la dolorosa pérdida de un integrante de su familia.
Cuatro mexicanos pierden la vida cada hora que el presidente Obrador no hace nada para poner en marcha una verdadera política de Estado, contra la violencia, mientras crece la impunidad de matarifes y sicarios, en todos los rincones del país.
Pero la tragedia es mayor cuando vemos que tanto partidos político opositores, como ONGs o, grupos empresariales, prefieren callar en lugar de gritar sobre esa peligrosa carrera criminal.
Más aún, durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña, muchos grupos políticos y periodísticos que hoy son parte del nuevo gobierno de Morena, gustaban de exaltar los elevados niveles de violencia de esos mandatarios –niveles que ante el espanto en el gobierno de AMLO parecen mínimos–, y curiosamente todas esas voces hoy guardan silencio.
¿Dónde están los fanáticos lopistas que gritaban en mítines y plazas que la violencia era intolerable y que, por ello exigían “no mas sangre” y “ni una muerte más”?
¿Por qué nada dicen hoy esas voces, de los casi 22 mil muertos en siete meses del gobierno de AMLO? ¿Por qué la complicidad de gobernadores, senadores y diputados de Morena, que callan a pesar de que la violencia ahoga a sus respectivas entidades?
¿Por qué nada dice el presidente Obrador de esas casi 22 mil muertes violentas en los siete primeros meses de su gobierno?
El presidente tampoco hace nada y no dice nada sobre la violencia que se vive en las cinco entidades con mayores niveles delictivos; Baja California, Guerrero, Colima, Quintana Roo y Chihuahua, a pesar de que en esas y otras entidades ya se manifiesta un éxodo de habitantes nativos –a otras ciudades–, a causa del control total de las bandas criminales; dueñas de vidas y propiedades.
Peor aún, ante la crítica generalizada, en la Ciudad de México el presidente Obrador debió salir en defensa de la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, a la que respaldó con un sonoro: “¡No estás sola Claudia!”.
Sin embargo al presidente no le importan los ciudadanos de la capital del país, que sí están solos.
Y es que en la gestión de Sheinbaum va el aumento el asesinato de jóvenes y estudiantes; llega a 55 el número de feminicidios –según el reporte www.letraroja.com –, y la CDMX ocupa el tercer lugar con mayor incidencia del delito de secuestros –según Alto al Secuestro–, mientras que en los primeros siete meses en la capital han sido secuestradas 56 personas.
Entre abril de 2018 y abril de 2019 el robo de autos en CDMX se elevó de tres mil 311 a cuatro mil 901 vehículos robados; más del 40 por ciento de incremento en ese delito; en tanto el robo a negocio se elevó en 54 % y las alcaldías más violentas y con más presupuesto de la capital son gobernadas por Morena; Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tlalpan, Xochimilco y Tláhuac.
¿Hasta cuándo, presidente Obrador? ¡Ya es inocultable –y es de escándalo–, el fracaso en la política de seguridad!
Al tiempo.