Libros de ayer y hoy
RICARDO ALEMÁN
El carácter vengativo de López Obrador está a la vista de todos; es una de sus mayores armas en la política.
Incluso, la sublimación de la pulsión vengativa del presidente mexicano se expresó en la impostora y fallida consulta del domingo 1 de agosto, dizque para enjuiciar a los ex presidentes.
Pero si aún dudan de la pulsión rencorosa de AMLO, basta recordar que antes, durante y después del plebiscito, el tirano de Palacio ordenó un desquite contra el INE, institución que juró y perjuró que sería destruida.
Por eso, mientras hace lo necesario para acabar con el árbitro electoral, López ordenó una nueva vendetta contra los consejeros Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, a quienes el partido oficial, Morena, intenta llevar a un ridículo juicio político.
¿Y por qué ridículo?
Porque por un lado, López y su pandilla festejan el supuesto éxito de la consulta y, por el otro, dicen que los consejeros del INE reventaron el plebiscito.
Sí, un caso más de risa loca en donde el presidente, los paleros de Morena y sus aplaudidores oficiales se empeñaron en convencer –a cuantos incauto fuera posible–, de que la fallida consulta “fue todo un éxito”, mientras que a escondidas satanizan a los consejeros del INE.
Por eso la pregunta
¿Por qué llevar a juicio a los consejeros Lorenzo Córdoba y Ciro Murayama, si realizaron un trabajo impecable, al extremo de conducir una consulta exitosa, según el propio presidente.
¿No es de risa loca?
Pero también es cierto que tanto el INE como la democracia toda están en uno de los más serios peligros de su corta historia
¿Por qué?
Porque tarde o temprano el INE será destruido por un rencoroso López Obrador quien, incluso, ya le puso fecha de caducidad al árbitro electoral.
¿Ya lo olvidaron?
En su mañanera del 17 de junio de 2019, Obrador dijo lo siguiente: “primero va la ratificación de mandato y luego los cambios electorales”.
¿Qué significa lo anterior?
Casi nada, que entre los meses de abril y mayo del 2022, el presidente mexicano enviará al Congreso una reforma constitucional para desaparecer al INE como hoy lo conocemos.
En efecto, AMLO pretende crear su propio árbitro electoral; un árbitro vendido y a modo que le sirva para preparar las elecciones a modo del último tramo del sexenio.
¿Y para qué quiere un árbitro vendido?
Precisamente para eso, para dar paso a su más anhelado sueño, la reelección presidencial y el establecimiento de una dictadura.
Por eso, un paso clave en esa dirección lo vimos en la mañanera de ayer martes, en donde López retó a los opositores a que en la revocación de mandato, de marzo del 2022, se organicen para echarlo del poder.
Lo cierto es que se trata, como queda claro, de otro engaño presidencial.
¿Por qué?
Por dos razones elementales.
1.- Porque convocar a un plebiscito para revocar el mandato a López Obrador, sin la respectiva ley reglamentaria, sería violatorio de la Constitución y llevaría al país a una peligrosa crisis política.
2.- Porque de no lograrse la revocación de mandato –escenario al que AMLO apostará todo su capital político–, el propio presidente entenderá que la gente quiere que se quede y, por tanto, promoverá la reelección.
Por eso los ataques y las venganzas contra el INE y contra algunos de los consejeros más congruentes; por eso el interés en destruir por completo al árbitro electoral autónomo.
Y es que Obrador y su pandilla –y algunos aliados como los partidos Panal y PT–, además de la complicidad de verdaderos enemigos de México y de la democracia como diputados y senadores de esos partidos, preparan el mayor magnicidio que se haya producido en México; la muerte de la democracia toda.
¿Lo dudan?
Al tiempo.