Líneas Quadratín
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La resistencia a la evolución política en Hidalgo y Coahuila ha obedecido a la existencia de cacicazgos políticos priístas locales, pero en medio de una incapacidad del PRD para extenderse en esas zonas y justo en el centro del caos en el partido Morena por la rebatinga de la presidencia y secretaría general.
En el PRI no hay secretos ni formulas mágicas: el cacicazgo de los Moreira en Coahuila y de las familias priístas en los últimos cincuenta años en Hidalgo es similar al que existe en el Grupo Atlacomulco que domina el Estado de México, donde el PRI ha sido zarandeado con severidad, pero no han logrado tumbarlo.
El resultado electoral local en Coahuila e Hidalgo era previsible por esas razones; las expectativas electorales de Morena en algunas encuestas reflejaban sólo eso: expectativas; a la hora del voto, los viejos mecanismos de compra de sufragios y de movilización de votantes por la estructura territorial del viejo PRI dieron los resultados esperados.
A pesar de las cifras priístas, Coahuila e Hidalgo no prefiguran el regreso del PRI en las elecciones federales legislativas de junio del 2021 ni en la casi imposible victoria en gubernaturas. Y centrado en una lucha de facciones en Ciudad de México, las dirigencias anterior y actual de Morena se han olvidado de las plazas locales, no han construido estructura territorial y tampoco han sabido aprovechar el peso político favorable del presidente López Obrador.
Más por incapacidad de las élites que por intención presidencial, Morena puede decirse que no existe en algunas entidades, aunque en votaciones federales o de gobernador vaya a ganar con candidatos visibles. El PRI, en cambio, no saldrá de algunas –repito: sólo algunas– plazas locales donde existen estructuras caciquiles políticas de los grupos dominantes. La clave en las organizaciones partidistas no es el discurso, ni la cercanía presidencial, ni el gasto social desordenado, sino la existencia de estructuras territoriales de organización. Los Moreira en Coahuila y la élite hidalguense –el gobernador Omar Fayad es una pieza menor en la estructura– han logrado sostener al PRI como redes de poder con conexiones directas con el electorado.
El PRI nacional quiere colgarse la medallita de los resultados electorales legislativos y municipales locales, pero en realidad nada hizo la dirigencia federal del partido. Y tampoco existen condiciones para señalar que Coahuila e Hidalgo anuncien el regreso del PRI al poder. En las quince gubernaturas en disputa para junio de 2020 el PRI carece de expectativas en alguna y en realidad los escenarios estarían beneficiando a Morena como partido aun sin considerar nombres de candidatos.
En los hechos, el PRI perdió su estructura territorial desde los tiempos del Pronasol de Carlos Salinas de Gortari como presidente y Luis Donaldo Colosio como líder del PRI, salvo los casos en los que los gobernadores priístas se negaron a sustituir sus seccionales por los comités Pronasol. Morena no ha construido estructuras territoriales en los estados de la república, pero sí ha sabido aprovechar la imagen del presidente López Obrador.
Coahuila e Hidalgo han sido un laboratorio político para el PRI y un aviso para que Morena ponga orden interno y no llegue a junio del 2021 con el caos actual.
EE. UU. a quince días de las elecciones. Aunque muchos dan ya por derrotado a Donald Trump, en realidad los resultados siguen siendo inciertos. El cálculo del establishment liberal se basa en el voto popular, pero nadie asegura las tendencias de los 538 votos de colegios electorales que eligen presidente. Por lo pronto, el gran debate al cierre del proceso se localiza en la prensa liberal que ha entrado en la zona de histeria informativa para insultar a Trump, para censurar informaciones negativas sobre Joe Biden y para pedir de manera directa el voto contra la reelección. De nueva cuenta, en la guerra política en los EE. UU. la primera víctima será la verdad y los grandes medios favorables a Biden ya perdieron credibilidad.
Política para dummies: La política debe saber leer la realidad.