Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Por Carlos Ramírez
Como no hay plazo que no se cumpla y con reforma electoral o sin ella, el IFE-INE de Salinas de Gortari, Vicente Fox, Enrique Peña Nieto, José Woldenberg y Claudio X. González ya terminó su ciclo histórico.
En abril culmina el larguísimo periodo de Lorenzo Córdova Vianello, Ciro Murayama Rendón y dos consejeros más y tendrán que abandonar sus cargos en el Instituto Electoral y Morena como primera minoría legislativa tiene la capacidad de influir en las nuevas designaciones.
Además, la nueva composición del Consejo electoral y los indicios mostrados en el plan B de la reforma electoral, desde hoy es insostenible la posibilidad de que el actual secretario ejecutivo del Instituto, Edmundo Jacobo Molina, siga manipulando ese cargo para beneficiar los intereses caciquiles de José Woldenberg y Córdova y el nuevo consejo electoral tendría la prioridad de designar a un nuevo funcionario que se encargue de la administración del elefantiásico Instituto.
Los presidentes del Consejo del Instituto Electoral fueron nombrados de manera directa y por intereses políticos por los presidentes de la República y tuvieron la intención de mantener el funcionamiento sistémico de los procesos electorales, evitando cualquier injerencia de las corrientes críticas al órgano electoral desde 1987 con Cuauhtémoc Cárdenas hasta 2014 con el avance electoral de López Obrador.
El presidente Salinas de Gortari le dio el perfil de casta al Consejo electoral y la designación de Woldenberg proporcionó la definición estratégica de lo que se quería del Instituto: un organismo que respondiera a los intereses del sistema/régimen/Estado priista para mantener y consolidar la estructura de poder fundada por el PRI.
En este contexto, Woldenberg surgió de la izquierda universitaria no proletaria y crítica del Partido Comunista Mexicano en sus modalidades PSUM y PMS y desde 1990 ha mantenido Woldenberg el control caciquil del Instituto, como se refleja en el hecho de que Córdova y Murayama hayan formado parte del cuerpo de asesores del primer presidente del IFE en 1996.
La crisis del IFE en las elecciones de 2006 con la movilización popular de López Obrador por el conteo de votos y las evidencias de las prácticas priistas del candidato panista Felipe Calderón Hinojosa condujeron a una reforma del instituto conducida por el presidente Vicente Fox y en alianza con la maestra Elba Esther Gordillo impusieron a Luis Carlos Ugalde como consejero presidente para operar las elecciones presidenciales de 2006 como dique de contención contra López Obrador.
Ante el colapso electoral y las protestas lopezobradoristas, el presidente Calderón volvió a reformar la estructura del instituto y logró un pacto con el PRD en 2008 –ya en proceso de descardenización y con López Obrador solo como militante distinguido y el candidato más sólido– para imponer al perredista Leonardo Valdés Zurita como consejero presidente y con ello someter a la disciplina institucional al perredismo deslavado en las elecciones presidenciales de 2012, cuando ya López Obrador había anunciado la fundación de su grupo político Morena.
La traición del PRD ya dominado por Los Chuchos diluyó las protestas de López Obrador contra irregularidades obvias en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto y se consolidó con la alianza entre lo que quedaba del PRD con la operación política del priista José Murat Casab para arrastrar al perredismo en la cargada a favor del Pacto por México que implicó una segunda gran generación de reformas neoliberales postsalinistas en materia productiva –sobre todo la eléctrica y la educativa– y de paso en la transformación del IFE al INE con la designación de Córdova como consejero presidente del organismo. consolidando un autonomismo institucional que benefició al grupo político-académico salinista de Woldenberg.
En la lógica del sistema político, el presidente López Obrador tiene el derecho y la facultad de reorganizar el Instituto Electoral y de imponer consejeros funcionales y nuevas reglas electorales, solo que ahora enfrentando la alianza conservadora que se ha apoderado de la propiedad del Instituto Electoral: la Coparmex, el Señor X., el cacique electoral Woldenberg, el PRI neoliberal salinista, el PAN foxista y el Partido de Los Chuchos.
Si no se logra en la reforma electoral radical que pretende el presidente López Obrador y aún con una reforma en modo B, el viejo IFE-INE terminó su ciclo por el ingreso de cuatro nuevos consejeros en una Cámara de mayoría morenista y el relevo en la secretaría ejecutiva del organismo.
Política para dummies: La política tiene en el tiempo político a su peor enemigo.
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