
Gentrificación: la ciudad no se vende, se vive
Mexico: seguridad nacional
y soberanía cierran filas
Como en política no hay sorpresas sino sorprendidos, la ceremonia militar del
viernes pasado en el Colegio Militar de Tlalpan tuvo un significado que debe ser
cuidadosamente insertado en el escenario geopolítico de las presiones de Estados Unidos.
Y sobre todo, esa ceremonia –recordatorio, mensaje presidencial, respuesta
militar– deben leerse en uno de los contextos más graves que han atravesado las
relaciones de México con Estados Unidos: la solicitud del presidente Donald Trump a la
presidenta mexicana Claudia Sheinbaum Pardo para que tropas del Ejército
estadounidense entraran a territorio mexicano a perseguir narcotraficantes.
Se trató de una solicitud fuera de toda lógica diplomática, sin sentido geopolítico y
solo interés imperial. Pero la lectura estrategia debe ser integral: el hecho de que el
presidente de Estados Unidos haya hecho tal planteamiento estaría suponiendo la
existencia ya de un proyecto de invasión militar estadounidense a México, aún en el
imposible caso de que Palacio Nacional pudiera aceptar la solicitud.
En términos políticos y geopolíticos, la petición del presidente Trump forma parte
del cerco que ha estado estrechando Estados Unidos alrededor de México para conseguir
solamente un objetivo: la destrucción física, productiva, territorial, delictiva y política de
los cárteles del narcotráfico que la Casa Blanca considera que son producto de una alianza
entre el crimen organizado y la estructura dirigente de la República.
La solicitud de Estados Unidos tiene también un contexto preocupante que México
no supo confrontar a tiempo: la decisión del Departamento de Estado, por instrucciones
presidenciales, para caracterizar a los cárteles del narcotráfico mexicano como
narcoterroristas, sacando el tema del tráfico de drogas de ámbito delictivo de
contrabando y venta de estupefacientes y metiéndolo en el territorio de la seguridad
nacional como eje de la existencia de Estados Unidos.
Y por si fuera poco, Estados Unidos ha tomado una decisión que también forma
parte de lo que se consideran juegos de guerra: la acreditación de buena parte del
territorio fronterizo estadounidense cruzando apenas la frontera como zona militar,
convirtiendo a los migrantes ilegales a los contrabandistas de droga en invasores
territoriales que pudieran ser arrestados como prisioneros de guerra y condenados a diez
o más años de prisión.
La militarización estadounidense de su frontera y la acreditación del territorio
fronterizo americano como zona de guerra forman parte ya de decisiones extremas de la
Casa Blanca para detener de manera abrupta el contrabando de droga –sobre todo de
fentanilo– que cruza la frontera y entra a territorio americano ya bajo la responsabilidad
de la corrupción de autoridades americanas que permiten, toleran o son incapaces de
frenar.
Y el tema de los migrantes que cruzan la frontera efectivamente es un tema de
seguridad nacional para Estados Unidos porque ha implicado por lo menos una presencia
en los últimos años de siete millones de personas que se metieron sin permiso a territorio
estadounidense y circulan sin ningún control poblacional por todo el territorio. Pero de
igual manera, el contrabando de personas es producto de la incapacidad de las
autoridades fronterizas americanas y evidencias de que solamente la corrupción puede
permitir tal flujo de personas sin papeles.
En ese contexto se debe leer el acto del viernes en el Colegio Militar, se necesitan
interpretar las palabras de la presidenta Sheinbaum y se debe fijar en el escenario de
seguridad nacional el discurso del general secretario Ricardo Trevilla Trejo, porque fueron
hechos de mucho simbolismo en el tema de la seguridad nacional y la soberanía territorial
y más en los que serían los días de guardar castrenses sobre fechas importantes de la
historia de las Fuerzas Armadas mexicanas guardando lealtad al Estado, a la República y a
la sociedad.
En el fondo, el evento del viernes en el Colegio Militar fue un mensaje de México a
Estados Unidos en el sentido de que no se deben tomar a la ligera declaraciones o
planteamientos que podrían estar jugando con la soberanía de México. El cierre de filas
entre el gobierno y las Fuerzas Armadas debería de preocupar a la Casa Blanca y podrían
llevar a replantear las relaciones profesionales entre las Fuerzas Armadas mexicanas y las
Fuerzas Armadas estadounidenses que habían evitado la contaminación de políticas
coyunturales.
El mensaje fue muy claro: el reforzamiento estratégico, de seguridad nacional y de
soberanía entre las Fuerzas Armadas y el Estado en México.
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Política para dummies: la política no es un rompecabezas, sino un juego del
engaño.
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