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CHICAGO, EU, 22 de julio 2017.- Para los humanos, los rostros suelen ser el eje fundamental para la empatía y la asociación con su propia especie. Los ojos son generalmente la clave instintiva y característica de la vida social. Generalmente todo lo que posee esta característica se tiende a humanizar, tenga o no la capacidad de habla. Un claro ejemplo es hablar con las mascotas del hogar. Lejos de ser una conducta infantil, los científicos lo relacionan con una inteligencia especial y con el desarrollo de la capacidad social del hombre. Informa Infobae.
A este proceso de humanización de los animales se lo conoce como antropomorfismo y no solo se asocia con el reino animal sino también con la conducta de las personas de otorgamiento de características humanas a objetos, plantas o animales.
“Los psicólogos han utilizado el término antropomorfismo de una manera más o menos vaga para describir todo, desde inferencias erróneas sobre agentes no humanos hasta casi cualquier tipo de inferencia disposicional sobre un agente no humano. Se trata de atribuir características o comportamientos humanos a un dios, animal u objeto “, aseguró en uno de sus estudios Nicholas Epley, profesor de ciencias del comportamiento en la Universidad de Chicago, autor de Mindwise: Cómo entendemos lo que otros piensan, creen, sienten y quieren , y posiblemente el principal experto en antropomorfismo del mundo.
El especialista sostuvo que existen tres razones primitivas por las cuales se tiende a antropomorfizar un objeto determinado: la tenencia de rostro, la necesidad de amistad y empatía o bien la incapacidad de explicar comportamientos impredecibles. Al comprender cómo funciona cada uno de estos disparadores, es posible entender por qué esta tendencia es esencial para la inteligencia y supervivencia humana.
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