Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Desde la creación de Morena el PRD vive dificultades mayores. López Obrador lo despojó de mucho, especialmente de un sentido de representación de la izquierda. Pero el PRD es más auténtico en este aspecto, independientemente de su alianza con el PAN, partido que para muchos es la representación de la derecha. Los problemas son de tal proporción que está de por medio no el triunfo electoral, sino la sobrevivencia de la organización. A pesar del giro conservador, militarista y autoritario del presidente López Obrador, la inercia de estar o continuar en el poder no ha llevado a la salida de figuras relevantes, con la excepción de Porfirio Muñoz Ledo y la distancia pública de intelectuales de calado como José Woldenberg o Roger Bartra. Ante el giro de López Obrador la izquierda democrática requiere de representación política. Morena está muy lejos y de origen y destino es partido de caudillo.
De los tres partidos del Frente, el PRD tiene la dirigencia con mayor experiencia, solvencia política y de donde vino la apertura a la idea de democratizar la selección de candidato presidencial. Marko Cortés y, sorpresivamente, Alejandro Moreno fueron persuadidos por Jesús Zambrano y Guadalupe Acosta para democratizar el proceso y abrir espacio a la representación ciudadana. Lo alcanzado por ahora convalida y acredita la construcción de una coalición opositora en tales términos. Por primera vez, desde la elección de 2018, la oposición ha estado en el centro de la atención pública y en el debate nacional, lo que no es cualquier cosa y apunta a una contienda competida para 2024.
Desmerece el desencuentro por del descalabro de Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles en su pretensión de pasar a la siguiente etapa para la designación del coordinador nacional del frente, o candidato de la oposición. No hay espacio para poner en entredicho la integridad y la honorabilidad de los ciudadanos y especialistas en la organización del proceso interno. Se entiende que ambos tuvieron la confusión de que la validación del registro era en tiempo real, nunca fue así, se requería de un examen posterior. Un error que las diferencias se ventilaran públicamente, aviesamente utilizado por el adversario, que les lleva por el momento ventaja y que está dispuesto a utilizar todos los recursos legales e ilegales a su alcance. De prevalecer puede significar la desaparición del PRD.
La elección de 2024 no es un proceso más; están de por medio no sólo proyectos partidistas, sino el régimen democrático, y debería llevar a una amplia alianza opositora que incluyera a Movimiento Ciudadano para contener la embestida mayor al régimen de libertades y al sistema democrático. Dante piensa diferente sin importarle las consecuencias.
El PRD ha sido una de las fuerzas políticas más relevantes en la construcción de la democracia mexicana. Hubiera sido útil y conveniente que estuviera representado en la siguiente fase del proceso de selección de candidato presidencial. De cualquier manera, es cuestión de días para que los aspirantes sean reducidos a una terna. Difícilmente Aureoles o Mancera hubieran sido seleccionados.
La recuperación electoral del PRD debe ser objetivo del conjunto opositor, incluso de la vertiente ciudadana que participa en el Frente. Por lo pronto, deben identificarse los territorios, temas y propuestas históricos de la izquierda a manera de que adquieran expresión en la estrategia sucesiva del movimiento opositor. La iniciativa de Aureoles de romper con el Frente e irse por la libre es más que todo, un desplante a partir de la expectativa frustrada. Aureoles no es la mejor representación del PRD, como tampoco Rubén Moreira del PRI. Es hora de serenarse y pensar con seriedad sobre el desafío y la magnitud del riesgo al sistema democrático.
El Frente debe aprender de los tropiezos y errores. La unidad no puede darse por hecho. Requiere de un ejercicio permanente de persuasión, información y de compromiso. Quien resulte candidato(a) debe mantener la cohesión opositora sin que signifique ser rehén del chantaje que envilece al proyecto renovador, niega la esperanza e inhibe la construcción de una propuesta incluyente.
Por su parte, el PRD deberá ratificar su compromiso con la defensa del proyecto democrático y la conformación de un gobierno de coalición que signifique hacer realidad muchos de los principios, valores y demandas históricas de la izquierda mexicana.