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SAN LUIS POTOSÍ, SLP., 27 de junio 2020.- El encuentro fue en un ambiente inmejorable, apenas a unos pasos de su casa editorial -Pulso-, pero aún más cerca del arraigo potosino: Entidad Nómada, un acogedor espacio para el café matutino en la actualidad, pero que antes fue ocupado por huertas y caballerizas de los franciscanos, entre los siglos XVI y XVII.
Instalados en una de sus acogedoras áreas, Enrique Galindo -presidente ejecutivo de Quadratín- y la experimentada periodista, Adriana Ochoa, comenzaron a rememorar el histórico pasado del periodismo potosino y a filosofar sobre la vida, recordando a los grandes hombres y mujeres de generaciones que se han forjado en las aulas de la Facultad de Ciencias de la Comunicación -de la UASLP- y, ¿por qué no?, de los profesionales que han fraguado su talento en la batalla diaria de la calle.
De entrada, desecharon el concepto de una entrevista como ring para pleitos o sesiones de esgrima que buscan lucir el intelecto, no, la charla con Quadratín San Luis es constructiva, humana y para destacar lo positivo: Adriana Ochoa, comunicadora con más de 30 años de trayectoria en la entidad, liderando la consabida Facultad, de la que es egresada.
Adriana del Socorro Ochoa, no quería ser periodista, sino médico; originaria de Matehuala -en el Altiplano Potosino- echó raíces en la capital del estado desde los 14 años de edad, mientras el resto de su familia se desperdigaba entre Tijuana y Estados Unidos.
El encuentro con el destino era insoslayable, y aunque estuvo determinada a estudiar medicina y sintió la vocación, carecía del orden, de la cabeza fría para lidiar con la vida humana entre sus manos.
“Recuerdo bien al Dr. Soto -que daba Anatomía-, platicando con él le dije que iba a repensar y me retiré; creo que, si tienes muchas ganas, pero no la capacidad, mejor retírate”, y tomó el rumbo a la Comunicación, para ser publicista.
El destino le tenía otros planes. Mario García Valdés, otrora rector de la UASLP y exalcalde capitalino, robustecía tras el mostrador de Servicios Escolares, era un joven alto, con caireles de envidia y una corbata ceñida; “ahí estaba muy campechano, me dijo: ‘Si tú pasas el examen, entras’”.
Y así encajó en la segunda generación de comunicólogos de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), a donde ingresó en 1986, en medio de tiempos complicados por los conflictos estudiantiles.
“Éramos una generación muy particular, la escuela empezaba, no tenía nada y llegó una cámara de TV casi al final de mi generación. A media carrera vi la necesidad de un empleo, así que le dije a un amigo, el actual director de El Exprés, Tadeo, que me ayudara a conseguir una chamba, él trabajaba en El Heraldo”.
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