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QUERÉTARO, Qro., 4 de diciembre de 2021.- Viñedos alrededor del mundo están experimentando incendios descontrolados, vórtices polares, lluvias torrenciales (el caso de Querétaro) y granizadas. Esto adicionado al incremento del calor en todo el mundo, y más, en México, donde la temperatura —de acuerdo con datos de Conagua— ha aumentado 1.4 grados de 1981-2010, mientras que en el resto del planeta ha subido 0.98 grados.
A continuación, un compendio de algunos de los efectos del cambio climático en la industria del vino recogidos de la revista especializada Stalker.
Regiones alrededor del mundo conocidas por variedades específicas han tenido que cambiar de cultivo o tratar de adaptarse a las nuevas temperaturas. Es el caso de viñedos en la parte central de California, que han tenido que cambiar sus cultivos a ciruelos, de acuerdo con Steven Schultze, profesor de la Universidad del Sur de Alabama.
Para refrescar el cultivo del calor ascendente, muchos viñedos ocupan más agua, aumentando sus costos y agravando el impacto de la industria del vino en el cambio climático.
“Si de repente te encuentras con veranos más cálidos, tu vino merlot empezará a saber distinto a como sabía hace 20 o 30 años. Entonces, como agricultor, te empiezas a preguntar. ¿De verdad vale la pena seguir produciendo Merlot?”, mencionó Schultze.
Regiones frías donde no se producía vino hace un par de décadas ahora tienen grandes parcelas dedicadas al cultivo de la vid. Es el caso de Oregon, Michigan, el sur de Ontario, en Canadá, y algunas regiones de Inglaterra.
“Lo impensable. Uno puede ver el clima de Inglaterra hoy compararlo al de Francia hace unos 100 años y es el mismo”, acentuó el investigador.
Esto hace que regiones como El Bajío, en México, donde ha florecido esta industria en los últimos 20 años, tengan una mucho mayor competencia para exportar su producto, tomando en cuenta el consumo per cápita de vino en México de 950 mililitros al año (datos del Consejo Vitivinícola Mexicano para 2020); cifra muy baja para considerar un mercado nacional atractivo. En comparación, en España se consumen aproximadamente 9.5 litros de vino al año.
El proceso de maduración de la uva se ve acelerado por el alza de las temperaturas. Los dueños de los viñedos tienen que estar muy atentos a este proceso y a la caída de heladas, granizadas, inundaciones y olas de frío repentinas. Sin un ojo clínico a estos embates del tiempo, los viñedos no sobrevivirán, asegura Shanon Brock, dueña del viñedo Silver Thread, ubicado en el estado de Nueva York.
“Las uvas crecen más rápido en la temporada porque los inviernos son más suaves y duran menos. Los nuevos brotes se rompen más rápido. Además, la madurez de la uva es probablemente uno de los mayores aspectos a cuidar en la vinicultura”, asegura Paolo Sabbatini, investigador de la Universidad del Estado de Michigan.
El que las uvas maduren más rápido elimina la oportunidad de que agarren sabor con el tiempo, perdiéndose los sabores tradicionales. Las azúcares se acumulan más rápido en el fruto. De esta forma, el balance delicado entre la azúcar, la acidez y el contenido de alcohol se trastocan de forma considerable.
“Los compuestos aromáticos, los colores, los taninos, The aromatic compounds, the color compounds, the tannins y los polifenoles se ven afectados. De pronto tenemos vinos con más alcohol y no muchos tonos de sabores”, asegura el investigador Schultze.
Con información de AM de Querétaro