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COREA DEL NORTE, 29 DE MAYO 2017.- Corea del Norte volvió a realizar otro ensayo de misiles, lo que endurece aún más su desafío a la comunidad internacional y en especial al nuevo Gobierno de Seúl, que había mostrado su intención de tender la mano al aislado régimen de Pyongyang.
El Estado Mayor Conjunto surcoreano (JCS) anunció que Corea del Norte disparó «al menos un misil» (aún se está realizando un análisis para determinar el número exacto de proyectiles disparados) en torno a las 5.09 hora local (20.39 GMT) desde la base aérea de Kalma, en la localidad de Wonsan, en la costa oriental del país, informa EFE.
A tenor del Alto Mando Conjunto de EE.UU. y Corea del Sur, parece que el misil disparado en esta ocasión es un Scud que voló unos 450 kilómetros durante seis minutos antes de caer al mar al este del país. Aunque este proyectil es menos potente que los dos anteriores, se trata de un nuevo bofetón a la oferta de diálogo planteada por el nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, tras ganar las elecciones el pasado día 9.
Y ya van tres desde entonces, porque el régimen del joven dictador Kim Jong-un saludó su subida al poder disparando solo cinco días después un nuevo misil más potente, bautizado como Hwasong-12, que salió al espacio y volvió a reentrar en la atmósfera sin desintegrarse. Un notable avance en el programa militar norcoreano porque dicho proyectil podría volar unos 4.000 kilómetros y golpear la base estadounidense de Guam en el Pacífico. Además, la propaganda del régimen asegura que podría cargar una cabeza nuclear, pero los expertos dudan de que Pyongyang tenga ya la tecnología suficiente para ello.
En lo que sí coinciden, sin embargo, es en los progresos tanto de su programa atómico como de misiles, que persiguen dotarse de un misil capaz de amenazar a Estados Unidos con una ojiva nuclear. De esta manera, Kim Jong-un pretende blindarse en el poder para disuadir a Washington de un cambio de régimen, sobre todo ahora que el presidente Trump ha intensificado sus amenazas contra sus provocaciones. Con el fin de defenderse de sus constantes bravuconadas, EE.UU. ya está desplegando en el centro de Corea del Sur un escudo antimisiles que ha dividido a este país y a su clase política.