Se registra microsismo en la alcaldía Benito Juárez de la CDMX
Aguirre, ¡fuera!
Las señales eran claras. Todos los partidos políticos, incluido el PRD que lo cobijó hasta la ignominia, demandaban la renuncia del Gobernador de Guerrero. Resultaba insoportable el político aferrado al poder–con garra y colmillo–; una burla a la democracia y la justicia.
Imposible resistir las presiones desbordadas.
Sume las marchas nacionales en 25 ciudades, y las protestas en medio mundo, para exigir la presentación con vida de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. La voz unísona del desasosiego anónimo, la paciencia agotada y el desbordamiento de la violencia en Iguala y Chilpancingo precipitaron el final de un capítulo vergonzoso.
La noche del miércoles, el líder nacional del PRD, Carlos Navarrete, se reunió en privado con Aguirre Rivero y le aplicó la “ley de la gravedad política” para exigirle presentar ante el Congreso de Guerrero la solicitud inmediata de licencia por haber deshonrado el mandato constitucional. Navarrete intervino por apremio de otros liderazgos perredistas –sin el aval de René Bejarano de Izquierda Democrática Nacional– los cuales exigieron enfrentar la salida de Aguirre para evitar mayor ingobernabilidad y anarquía en la entidad, así como la realización de una investigación exhaustiva sobre los responsables materiales e intelectuales de la desaparición de los 43 normalistas en Iguala.
Del Presidente de la República para abajo, el gobierno había estado pasmado. La violencia en Guerrero se salió del guión, y los reflejos para enfrentarla habían sido lentos; no se percibía el apremio de calmar los ánimos, y sí la ola social de un maremoto que arrasó con el júbilo de las reformas colocando al régimen en su momento más crítico.
Este jueves, Peña Nieto volvió a hacer suya la indignación social por la tragedia del 26 de septiembre, pero también condenó los actos delictivos cometidos en el Palacio Municipal y una plaza comercial en Iguala: “Reconozco a las miles de personas que han unido su voz y expresado su sentir en un clima de respeto y civilidad, pero también como sociedad debemos rechazar aquellas actitudes violentas que atentan contra los derechos de terceros o en contra de las propias instituciones”. Dijo además que todos los días está al pendiente del avance en las investigaciones para «atender esta consternación que hay en la sociedad mexicana”…
Cierto, la renuncia del Gobernador de Guerrero, –quien ejerció el poder 3 anos, 6 meses y 23 días–, ayudará a distender la situación pero no resolverá el drama de los 43 desparecidos de Ayotzinapa.
Aún hierve la cólera colectiva por el secuestro masivo de los estudiantes normalistas aunque la Procuraduría General de la República haya identificado “plenamente” a los autores intelectuales y estén presos 52 probables asesinos.
En medio de la barbarie de Ayotzinapa falta lo más importante: no están a la vista los 43 cuerpos del delito… aún no aparecen los desparecidos, ni vivos ni muertos. Cuarenta y tres personas secuestradas, posiblemente asesinadas; inhumadas o incineradas clandestinamente, son demasiadas como para no contar con ellas.
EL MONJE LOCO: Tienen razón quienes claman: “imposible construir la modernidad sobre un cementerio”. De última hora, añada el hallazgo de otras nueve fosas clandestinas en Lomas del Zapatero –en Iguala– cavadas recientemente, dentro de las cuales hay restos humanos, según revelaron integrantes de la comisión de búsqueda de la Unión de Pueblos Organizados del Estado de Guerrero (UPOEG) –guardias comunitarias civiles–, lo cual deberá ser investigado por la PGR.
También sume usted la peregrinación encabezada por el director de la normal de Ayoztinapa, padres de los alumnos desaparecidos y tres sacerdotes, llevaron cirios, velas y una imagen de la Virgen de la Natividad, a la parroquia de Tixtla. Fueron a rezar por un milagro… y a velar por el gobernador fallecido… políticamente hablando.
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