Libros de ayer y hoy
El movimiento en el Instituto Politécnico Nacional, en contra de su adscripción a la Secretaría de Educación Pública, tiene un sólo pero que le impide ser auténtico: el IPN siempre ha estado adscrito a la SEP.
¿De qué se trata? De la sucesión presidencial.
Alguien, cuyo nombre todos conocemos, trata de reventar las posibilidades de Aurelio Nuño como precandidato a la Presidencia y le crea un conflicto sin ninguna justificación.
El control que ese personaje tiene de una parte del IPN ha quedado demostrado en movimientos anteriores, y ahora no hay escrúpulos para activar de nuevo la maquinaria educativa con fines personales.
Muchos estudiantes se dejan manipular y conducir como borregos por líderes que carecen de una excusa académica para movilizar a esa casa de estudios.
Desde que Lázaro Cárdenas fundó el IPN en 1936, esté fue adscrito a la Secretaría de Educación Pública.
En este movimiento exclusivamente político, se pretende arrastrar a la Universidad Autónoma Metropolitana y a la UAM.
No es una coincidencia que la marcha del viernes haya partido de la Rectoría de la UAM y terminado en el campus de CU.
Los argumentos de los promotores del movimiento para convencer a estudiantes a movilizarse, se centran en que «existe el riesgo de que, con esta adscripción del IPN, se den los primeros pasos para privatizar la educación media y superior».
Otra razón para sumar adeptos al movimiento consiste en que «con la adscripción, la SEP busca intervenir dentro de la toma de decisiones del Instituto y hacer cambios que perjudiquen su formación académica» (Reforma, 16-4)
Aurelio Nuño, sorprendido, dijo que «desde su creación, el IPN siempre ha sido parte de la SEP y seguirá funcionando de la misma manera que lo ha hecho históricamente».
Resulta tan obvia, tan evidente la manipulación política de este movimiento, que sería incomprensible que prendiera los ánimos de la comunidad estudiantil en contra de «un primer paso a la privatización».
No hay motivo para la protesta. Lo que sí puede haber son razones personales para reventar las posibilidades de Nuño -un político joven y sin esqueletos en el clóset-, para llegar a la Presidencia.
Da pena, da tristeza, ver estudiantes con pancartas en contra de la adscripción del Poli a la SEP… donde siempre ha estado.
La perversidad de la manipulación debería caer por su propio peso, aunque tratándose de movimientos estudiantiles no se sabe cuál será el derrotero y hasta dónde piensen llegar sus promotores.
Y el secretario de Educación tendrá que explicar bien y actuar con energía, pues no puede ser rehén de aspiraciones personales de un obsesivo, a costa de la educación de miles de estudiantes que tienen el privilegio de acceder a la educación superior que todos pagamos.