Itinerario Político
QUERÉTARO, Qro., 7 de noviembre de 2014.- Convenientemente ubicado en la lateral de Bernardo Quintana con dirección al sur decidimos visitar el domingo pasado el recién aperturado restaurante de comida argentina La Bocha en Querétaro.
Eran las 2:15 de la tarde y considerando el prestigio de este restaurante en lugares como Ciudad de México, Guadalajara o Puebla, por un momento ponderamos la posibilidad de postergar nuestra visita para otro día con reservación previa. Finalmente decidimos dirigirnos al restaurante y para nuestra sorpresa no tuvimos mayor complicación para obtener una mesa.
El valet parking recibió de manera cortés nuestro vehículo entregando un contrarecibo en donde anotó el costo del servicio por un monto de veinticinco pesos. La anfitriona nos dio la bienvenida amablemente, sugirió una mesa para cuatro en un área reservada para no fumadores y de inmediato se acerco un mesero para ofrecer algo de beber.
A pesar de la hora, y quizás porque un viernes anterior en las escuelas no hubo clase, a nuestro arribo pudimos percatar una ocupación no mayor al 20%. Un ambiente en donde predominan los detalles ecuestres, elementos de Polo, la madera, el vidrio templado y vigas metálicas genera una agradable primera impresión.
Un amplia sala de espera da cuenta de la consideración del establecimiento para con la clientela que esperan tenga que aguardar unos momentos en horas pico.
Un gran acierto del restaurante, particularmente agradecido por padres con infantes, es la ludoteca que se encuentra ubicada en la planta alta del lugar. Esta cuenta con pantallas, consolas, futbolitos y la indispensable supervisión de personal que se asegura no existan diferencias entre los pequeños. Para quienes aun tenemos niños, este tipo de amenidades son indispensables pues permiten disfrutar de una agradable sobremesa.
La carta es extensa y si bien es clara la especialidad en cortes también incluye pastas y pescado. Iniciamos con unas empanadas salteñas horneadas a la leña que se sirven recién salidas del horno a la leña y presentadas en un morral de yute. La empanada tiene masa delgada y los trozos de carne que en mi humilde opinión pudiera ser más suave o en su defecto mejor picada ofrece un rico sazón. Acto seguido, y después de tomar la orden, el mesero nos ofreció un tradicional Pan de la Bocha que se sirve en un recipiente caliente y en su corteza se aprecia la sal de grano y un toque de romero. Para mis dos pequeños pedimos una arrachera que disfrutaron por su suavidad y excelente punto de cocción acompañada de papas soufflé que infladas y fritas son una buena alternativa a las tradicionales papas a la francesa.
Para los adultos la selección fue un bife de chorizo ¾ que si bien fue servido en el término solicitado su temperatura ameritó ser regresado junto con las cebollitas que lo acompañaban. De manera expedita, y con el cuidado de no exceder el término del corte, en un breve momento lo regresaron con una mejor temperatura. El otro platillo consistió en unas costillitas de res al Malbec. La carne de las costillas es braseada en salsa Malbec por 24 horas y servida en un caso caliente con un fondo de puré de papa. El platillo ofrece una carne verdaderamente suave y deliciosamente sazonada con el gravy de vino tinto lo que la convierte en una opción sumamente recomendable. Ambos platos vienen acompañados de una porción de ensalada de la casa.
El café americano para la sobremesa llegó humeante, con excelente temperatura y aroma agradable. Lamentablemente, el servicio a la hora de los postres contrastó de manera negativa con la del resto de la comida. Para entonces el restaurante ya se encontraba lleno y los meseros no dejaban de dar vueltas tratando de atender a la clientela que incluso ya ocupaba la sala de espera.
La primera selección de postres consistió en una copa Bariloche servida con merengue, helado, crema batida y frutos rojos. La segunda fueron unos panqueques de dulce de leche que resultaron ser crepas con relleno de dulce pero de masa no fácil de cortar. Francamente, los postres no resultaron tan impresionantes.
En todo momento el personal se mostró atento y con excelente disposición. Siempre pendientes de ofrecer la siguiente bebida al ver un vaso vacío, conocimiento amplio de los platillos y amabilidad ante cualquier pregunta referente al contenido de los alimentos así como sugerencias.
Quizás la reciente apertura y los obligados ajustes de inicio causaron una falta de coordinación en la cocina que se vio reflejado en un servicio lento que causó la molestia de algunos comensales que llegaron más tarde y tuvieron que esperar por sus alimentos. La cuenta, incluyendo un tres refrescos, un par de tequilas e igual número de cervezas fue de $1,747 más propina.
Con la apertura de La Bocha, Querétaro amplia su ya extensa variedad de restaurantes con una alternativa de comida argentina/italiana que vale la pena experimentar.