Líneas Quadratín
Entre Iris y Preciado, rechina el Senado
Ha habido varios asuntos recientes en el Senado de la República en los cuales la pena ajena parece dominar la escena. Pero no solo eso, sino además, la posibilidad de usar algunos de esos casos como municiones políticas para lastimar a los partidos políticos.
Mientras los senadores priistas comandados por Emilio Gamboa no hacen sino festejar sus triunfos reformistas –especialmente en la Comisión de Energía–, los panistas, por ejemplo, hacen el ridículo un día si y otro también… con sus fiestecitas privadas en recintos públicos.
No basta habernos enterado del millón de dólares –y más– repartido sin recato por Jorge Luis Preciado entre la bancada panista, para comprar lealtades y adhesiones políticas luego de decapitar al calderonista Ernesto Cordero por ordenes del Jefe Nacional, don Gustavo Madero… y ahora en febrero los festejos tamaleros y cumpleañeros en honor de la señora del senador Preciado… y dejémoslo en el puro apellido. ¡Vaya fiesta inolvidable!
Pero también en la zona amarilla cruje por habas cocidas a fuego lento. La senadora Iris Vianey Mendoza anda en medio del linchamiento por un pecado quizá no cometido. La acusan de estar ligada con el crimen organizado de su Tierra Caliente. Le han puesto en las redes sociales –y en la cara– una fotografía donde se exhibe en alegre bailongo –hace ya tiempo y fuera del Senado, es cierto– con la guapachosa Melisa Plancarte –La Princesa de la Banda– hija de Enrique El Kike Plancarte Solís, capo número dos de Los Caballeros Templarios michoacanos… sólo abajito de La Tuta.
A la senadora Mendoza la han acusado de cometer varios delitos: portación de fiesta prohibida –¿prohibida por quién?– y la han acusado de otras faltas simplemente con base en inferencias, no en evidencias.
De paso, la acusan de frívola y cursi –como si fueran delitos graves– por fotografías en las cuales posa en las nieves de Vladivostok durante una misión legislativa, o “iguaneando” en La Rumorosa, o frente a sus muebles de estilo Luis XV en su oficina senatorial.
En tiempos del iPhone, una imagen sólo prueba su propia existencia y oportunidad. En el mundo de la asociación fotográfica todos tenemos amistades prohibidas, aun cuando ni sepamos de su prohibición, ni se trate de nuestros verdaderos amigos…
Ahora Iris Vianey Mendoza solicita una licencia para darle a quien lo necesite libertad para investigarla… como si hiciera falta.
Eso ha puesto furiosos a los defensores de la moralidad ajena, pues el fuero invocado como obstáculo para tal pesquisa no se pierde cuando hay licencia… y entonces la acusan también de montar un espectáculo al ponerse a disposición de la PGR.
A fin de cuentas la joven senadora no ha hecho sino seguir los pasos –en condiciones parecidas– de su ex compañero de partido, Ricardo Monreal, quien fue el primer senador alejado de sus funciones por propia voluntad cuando aquel feo asunto de la bodega zacatecana, llena de todo, menos de chiles secos, como alegó en defensa propia.
BUENA MEMORIA: Al construir el nuevo edificio del Senado, ubicado en Reforma 135 –junto al Parque Luis Pasteur– casi esquina con Insurgentes, se cargaron aquel pintoresco y viejo cabaret llamado Run-Run, donde había menos escándalos… y mucho mejor música, por cierto.
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