Dictan prisión con fines de extradición a Zhi Dong
Vestidos con túnicas blancas, se sientan en escritorios y escriben las cartas finales a sus seres queridos.
QUERÉTARO, Qro., a 15 de Diciembre de 2015. Corea del Sur tiene una de las tasas de suicidios más altas en el mundo y con frecuencia sus trabajaros reportan sentirse estresados. Con el objetivo de que muchos ciudadanos aprecien la vida, algunas compañías están haciendo que sus empleados participen en sus «propios» funerales.
En Seúl, en un cuarto grande de un edificio moderno, llenó de oficinas, un grupo de empleados de una compañía de contratación de personal está participando o, mejor, intenta tomar parte en sus propios funerales.
Unas cuantas lágrimas se convierten en un llanto que difícilmente se reprime con los abundantes pañuelos.
Y así llega el clímax del ejercicio: se levantan y ven el ataúd de madera que tienen al lado.
Hacen una pausa, entran y se acuestan.
Cada uno abraza una foto de ellos mismos que está rodeada de una cinta negra.
Cuando ven hacia arriba, los ataúdes son cerrados por un hombre vestido de negro y con un sombrero de copa.
Este hombre representa el ángel de la muerte. Encerrados en la oscuridad de sus ataúdes, los empleados reflexionan sobre el significado de la vida.
El macabro ritual es un ejercicio que busca enseñarles lo valioso que es vivir.
Antes de entrar en el ataúd, se les muestran videos de personas enfrentando adversidades: una paciente con cáncer aprovechando al máximo sus últimos días y una mujer que nació sin sus extremidades y que aprendió a nadar.
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