Líneas Quadratín
Inútiles las discusiones sobre las declaraciones patrimoniales de los políticos. No han sido, no son y nunca serán fidedignas. Invariablemente ocultan la realidad y la explicación está en su origen lamentablemente generalizado en el sentido de incongruencia con el salario que se publicita en las nóminas públicas y los ingresos reales que provienen de las llamadas nóminas confidenciales, de los bonos, de los gastos de representación, de las dádivas, del tráfico de influencias y por supuesto, de los negocios que se hacen por la información privilegiada que adquieren gracias a los cargos que ejercen sobre diversos proyectos de inversiones millonarias.
En nada abona a la credibilidad de quienes han ocupado, ocupan y aspiran a ocupar por primera o más veces, un cargo de elección popular, el hecho de que nos digan cuánto tienen, si omiten cuándo, dónde y sobre todo cómo y con qué, lo adquirieron.
Los escenarios que nos muestran las campañas evidencian que “no hay miserias”… ni respeto a las carencias del ciudadano de la calle. Este despliegue impresionante de hueca publicidad, con propuestas sin sustento serio que permita la mínima posibilidad de realización, más allá, mucho más allá, de los burlados límites de gastos de campaña que tampoco vamos a conocer jamás, adelanta la falsedad con la que habrán de conducirse más tarde en cuanto a patrimonios personales, de manera que las discusiones sobre este tema salen sobrando. Vamos a esperar que en el futuro, ojalá los hechos me desmientan.