Bienestar Michoacán, el negocio de la corrupción a costa del infelizaje
A pesar de todo, yo sí voté por Enrique Peña Nieto.
En 2012 la oferta política se reducía a Josefina Vázquez Mota por el PAN, de Enrique Peña Nieto por el PRI, y por segunda vez, Andrés Manuel López Obrador por el PRD; las propuestas de uno u otro las analicé, encontré que a pesar de que Enrique Peña Nieto representaba el regreso del PRI a la presidencia, decidí votar por él.
Lo hice porque encontré en su propuesta de campaña lo que México necesita. En el papel sus reformas estructurales eran necesarias para el desarrollo de México.
Era necesaria una reforma política-electoral para dar mayor certeza y equidad en las contiendas electorales, darle oportunidad a las candidaturas independientes y la reelección, entre otras cosas.
Una reforma educativa que aumentara el promedio de nivel de escolaridad en los educandos, un acotamiento real a los privilegios de los dos nefastos sindicatos magisteriales, la profesionalización del magisterio y exámenes de conocimiento de los maestros.
Una reforma fiscal integral para que todos pagáramos impuestos, quitar privilegios a sectores productivos, ampliar la base tributaria, reglas más sencillas para las declaraciones de impuestos y la eliminación de regímenes privilegiados.
Una reforma en telecomunicaciones para quitar el duopolio en las televisoras, un servicio telefónico más competitivo y más barato, el Internet más rápido y barato; en suma, un sistema de telecomunicaciones más eficaz, sencillo y con reglas equitativas.
Una reforma energética que abriera el mercado petrolero, eliminara el monopolio del estado en hidrocarburos y de la energía eléctrica para buscar inversión extranjera y que las tarifas de gas y energía eléctrica fueran más barata.
Otras propuestas fueron: crear la Comisión Nacional Anticorrupción, cada año hacer pública la declaración patrimonial del Presidente de la República y la de todos los mandos superiores del gobierno federal, promover la eliminación de 100 diputados federales, erradicar la pobreza alimentaria, alcanzar la cobertura universal en Educación Media Superior, seguro de desempleo temporal para quienes pierden su trabajo, pensión para los mexicanos de 65 años en adelante, establecer los vales de medicamentos en el IMSS, ISSSTE y Seguro Popular para asegurar el abasto de medicamentos; alcanzar al menos 40 mil escuelas de tiempo completo en Educación Básica, apoyar el proyecto de tren rápido Querétaro-México, construcción del tren transpeninsular desde Mérida, Yucatán, hasta Punta Venado, Quintana Roo; Construcción del tren interurbano México-Toluca -primera etapa-, además de otras 23 propuestas en el debate de mayo de 2012.
Y muchas de esas propuestas fracasaron o ni siquiera iniciaron; otras fueron canceladas.
A pesar de que analistas e intelectuales maldecían el regreso del PRI a Los Pinos, que decían que el PRI no había cambiado, que tardaríamos en sacar a esa clase de políticos priístas otros 70 años, a pesar de que los señalaban como corruptos, malhechores de negocios y de enriquecimientos inexplicables, de protectores de políticos corruptos y delincuentes, a pesar de ello, y como muchos mexicanos, pensamos de que Enrique Peña Nieto era el candidato idóneo para saltar el bache generacional de la segunda mitad del siglo pasado y de lo que va de este; decíamos «el PRI aprendió la lección, es una nueva generación de priístas, que privilegian el interés nacional, que buscan eliminar la corrupción, detener esa guerra contra el narco, en pocas palabras, acabar con la impunidad».
Y le dimos el voto millones de mexicanos y así ganó Enrique Peña Nieto.
Pero nos equivocamos, jamás en la historia postrevolucionaria, desde el ‘Tata’ Lázaro Cárdenas hasta hoy, se había visto a la mitad del sexenio a un presidente tan desacreditado, tan en crisis, acusado de corrupción y de conflictos de interés, agobiado, acorralado; pero nadie más que él es el responsable.
Reformas estructurales inconclusas, ineficaces, detenidas por la corrupción, privilegiados los intereses económicos de los ‘Barones del Dinero’.
A 28 meses de inicio de su administración presidencial, el Presidente Enrique Peña Nieto se ha desfigurado, la confianza que tiene de él algunos mexicanos está en los niveles del 20 por ciento; es decir, de cada 10 mexicanos únicamente dos creen en el Presidente.
Y esto no es casual, no es por la baja del petróleo en un 50 por ciento de su valor, no es por el recorte presupuestal y la cancelación de proyectos de infraestructura. Es por culpa de él.
Enrique Peña Nieto tiene sobre sus espaldas, atrás de él, a su lado y enfrente al PRI, ese partido que nunca se fue, lleno de políticos voraces, de personajes que buscan el cochupo, el negocio sobre la obra pública, la impunidad de los que se enriquecen y que son sus cómplices.
Ese PRI antidemocrático, que busca por medio de todo, y a pesar de todo, conservar el poder, un PRI que no elige democráticamente a sus candidatos, sino los designa según los intereses del gobernador o del grupo de facto que lo domina. Ese PRI que se maneja por el poder y para enriquecerse.
En el siglo pasado tardábamos en darnos cuenta del engaño sexenal al final de la gestión del presidente en turno; en este sexenio nos abrieron los ojos al engaño a la mitad del sexenio, nos dieron un zape masivo. Los asesinatos de Tlatlaya, de Ayotzinapa, ‘La Casa Blanca’, la casa del secretario de Hacienda en Malinalco, la casa en Ixtapa de la Sal, derivados de los negocios con el empresario Juan Armando Hinojosa Cantú del Grupo HIGA; el despido de Carmen Aristegui de MVS. Por enumerar unos cuantos.
Ahora, hay que recordar todo lo que representa el PRI, para no caer nuevamente en lo que colectivamente nos pasó en 2012, no olvidemos los lideres sindicales millonarios, suntuosos y cínicos como el cetemista Joaquín Gamboa Pascoe, el petrolero Carlos Romero Deschamps, los ex gobernadores Carlos Villanueva Madrid -preso en Estados Unidos por narcotráfico-, el poblano Mario Marin el ‘gober precioso’, Arturo Montiel -acusado de corrupción y padrino de Enrique Peña Nieto-.
Denisse Dresser lo escribió en 2012: “Los priistas se vanaglorian de lo que harán por México. Gracias al PRI habrá estabilidad política, dicen. Gracias al PRI habrá reformas y modernización, insisten. Gracias al PRI el país resucitará del fracaso…”.
Y Denisse Dresser remató en otra colaboración de diciembre de 2013: “El PRI educó para crear ciudadanos idiotas, desinteresados y apáticos (…) los llamo así citando a Fernando Savater, quien dice que el ciudadano preferido de las autoridades es el idiota, el que declara con fatuidad, que se desentiende de la cosa pública y que no participa en la política porque su participación no tendría sentido”.
Muchos nos sentimos como los aztecas, engañados por los pillos y delincuentes que acompañaban a Hernán Cortez en aquél muy lejano 1531, cuando nos cambiaron oro por espejitos.
En lo Personal
Felicidades a mi esposa Araceli, el amor de mi vida, hoy cumple 52 años, felicidades, ¡allá en Acapulco mis hijos la festejarán en grande!. Esta Semana Santa que comienza muchos se van de vacaciones, otros nos quedamos a trabajar y a ayudar a proyectos que inician este 5 de abril, que seguramente, se consolidarán en dos meses.