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CIUDAD DEL VATICANO, 27 de Abril 2014.-
Con la presencia de más de 800 mil fieles como testigos en El Vaticano, entre los que se estimaba 5 mil eran mexicanos, los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII fueron convertidos en santos.
La ceremonia de canonización no tuvo precedentes, pues fue la primera vez que dos Papas fueron declarados santos al mismo tiempo y contó con la presencia del Pontífice retirado Benedicto XVI, informa Reforma.
Francisco recitó la fórmula de declaratoria de los santos en latín. «Declaramos benditos y definimos que Juan XXIII y Juan Pablo II sean santos y los incluimos entre los santos, decretando que sean venerados de esa manera por toda la iglesia».
Benedicto estaba sentado al lado de otros Cardenales en la plaza de San Pedro durante el rito al inicio de la misa del domingo. Él y Francisco se saludaron brevemente a la llega del actual Papa.
Las reliquias de los dos nuevos santos, una ampolla de sangre de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII extraída durante su exhumación en el año 2000 fueron colocadas al lado del altar.
La costarricense Floribeth Mora, cuya curación inexplicable permitió elevar a los altares a Juan Pablo II, llevó la reliquia del Papa polaco, mientras la de Juan XXIII fue entregada por su sobrino.
Una marea de banderas, sobre todo polacas, coloreaba la inmensa plaza, donde numerosos jóvenes mostraban entusiasmo pese a haber pasado una noche sin dormir.
La doble canonización ha sido interpretada como de alto contenido diplomático de Francisco, pues el Papa argentino elevó a la Santidad a dos figuras de signo contrapuesto.
Por un lado, Juan Pablo II (1978-2005), el Papa viajero, verdugo del comunismo, cuyo peregrinar revitalizó a la Iglesia en México y en América Latina. Señalado, empero, por su actitud laxa ante los abusos infantiles de sacerdotes, y la corrupción al interior de la Curia vaticana.
Por el otro, Juan XXIII (1958-1963), el hombre que convocó el Concilio Vaticano II, acontecimiento histórico porque se le considera una puesta al día de la Iglesia católica, en la que se planteó un diálogo abierto con el mundo moderno.
Según comunicó la Gendarmería Vaticana, unos 500 mil fieles se ubicaron en la Plaza de San Pedro, la Vía de la Conciliación (avenida que une la Santa Sede con la ciudad de Roma) y en las zonas aledañas.
Mientras otros 300 mil peregrinos siguieron la ceremonia gracias a las 19 pantallas gigantes que fueron colocadas en diversos espacios de la capital italiana: Piazza Navona, Piazza Farnese, Piazza Venezia y Foros Imperiales.
Además, 24 jefes de Estado y de Gobierno asistieron a la ceremonia solemne.
Dos tapices gigantes con las imágenes de los nuevos santos fueron colgadas en la fachada de la Basílica de San Pedro.
La Plaza fue adornada con 30 mil rosas rojas, amarillas y blancas donadas por Ecuador, cuyo Presidente, Rafael Correa, asistió a la ceremonia.