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Es la historia de un menor que tenía seis años cuando probó las drogas por primera vez junto a uno de sus tíos de 10 años de edad
MÉXICO, DF., 9 noviembre 2015.- Oscar aprendió a consumir cristal y marihuana antes que a leer y escribir. Tenía seis años cuando probó las drogas por primera vez junto a uno de sus tíos de 10 años de edad.
En la historia que El Universal detalla, se informa que jugaba a las escondidillas en la calle como otros niños, es cierto, pero aprovechaba esa soledad para encender cigarros de marihuana en los terrenos baldíos.
En la primaria se “iba de pinta” para fumar cristal que calentaba con ayuda de un foco. Las maestras comenzaron a notar su recurrente ausencia, falta de rendimiento académico y baja de peso. Una mañana lo notaron intoxicado y lo reportaron a la dirección.
Como Óscar existen en México 110 mil niños y jóvenes entre los seis y 18 años, que fueron atendidos durante 2014 en centros de Integración Juvenil (CIJ) en las 116 unidades que existen en el país.
Un 68% de las y los menores detenidos en los consejos tutelares afirmaron ser consumidores habituales de sustancias adictivas. En primer lugar está la marihuana, con 35%; el alcohol, con 29.8%; y el tercer sitio lo ocupa el tabaco, con 27.3%.
En la escuela detectaron que había un problema y llamaron a la abuela, que fue la encargada de su crianza. La de Óscar fue una madre soltera de 17 años que dio a luz.
El menor creció bajo el entendido de que su abuela era su madre. A los ocho años de edad se enteraría de la realidad: su verdadera mamá se había hecho pasar por su hermana para evitar los rumores y las descalificaciones en el pueblo por su embarazo, fue entonces cuando se integró a la pandilla de sus tíos mayores. A su padre nunca lo conoció. Los líderes de la banda le fijaron condiciones para incorporarse: saber pelear con los niños de otros barrios, rifársela, robar, consumir y vender, “estar en ese jale”.
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