Indicador Político
En nuestro país se suele pensar que el destino más práctico de las edificaciones antiguas es la demolición, pasa, sobre todo, con aquellas que han tenido la desventaja de vivir abandonadas y sin mantenimiento por largos periodos. Todo resulta más caro en una edificación antigua e histórica y eso dejando de lado que esté catalogada, si tal es el caso, la lista de “necesidades” se vuelve más peculiar: “no pintar de tal color, no quitar, no modificar” … la lista semejaría una pesadilla que ata de manos la creatividad de sus dueños. Comprender tal vez que tu hogar sea una estructura o espacio digno de preservarse como la memoria colectiva lo recuerda sin poder intervenir gran cosa, no debe ser sencillo.
Países europeos han aprendido no nada más a convivir con sus edificaciones antiguas, pero a apreciarlas y respetarlas. Mucho por aprender de estos territorios que pasaron por destructivas guerras en donde, surgió el deseo de reconstruir de manera idéntica a cómo era el edificio o a como se recordaba, dejó de manifiesto el poder y la importancia de la identidad, la gravedad del sentimiento de pertenecer a un lugar.
Después de bombardeos poderosos, como el de la ciudad de Varsovia en 1944 se pronunció un discurso en favor de la reconstrucción idéntica de la ciudad para salvaguardar a las futuras generaciones (y para los habitantes mismos) la sensación del espacio, formas, colores en las cuales recordaban vivir antes de la guerra. Esto es la gravitas que posee un edificio y puede llegar a ser tan poderosa para las personas, como la relación con un ser querido.
México cuenta más de 100mil inmuebles históricos catalogados por el INAH. Ciudades coloniales como Querétaro o Puebla, por mencionar algunas, ejemplo de la preservación, conservación, cuidado y aprecio de su legado, de su imagen y del patrimonio cultural que se desea sea apreciado por generaciones venideras. Nuestro país guarda inmuebles que son tesoros inéditos en temas de historia, arte y arquitectura, riqueza irrepetible que sin duda alguna valen la pena el esfuerzo.
Paola Gámez Pouzou, Profesora de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño, Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro.