Libros de ayer y hoy
Por Bryan LeBarón
Andrés Manuel López Obrador, la figura pública, desde que inicio su periodo como Presidente ha abierto tantos frentes como le ha sido posible. Y es que la lógica de su gobierno ha sido contrastar permanentemente, para tener una legitimidad tiene que plantear en todo momento el “Pueblo Bueno vs El Pueblo Malo”, “Corruptos vs Honestos” “Liberales vs Conservadores” “Pobres VS Ricos”, etc.
Esta ha sido su principal arma para poder gobernar. El siempre es parte de los técnicos, se ha apropiado las mejores cualidades en su discurso, y si alguien está en contra, en automático, son echados en el cajón de “los irracionales”, los que “no dejan trabajar”, los que “no quieren perder su vida de privilegios”.
Ha planteado su escenario ideal, y una parte importantísima ha sido la mañanera. Una herramienta totalmente útil si durara máximo 15 minutos, después se vuelve parte de la puesta teatral que ha decidido imponer en el país.
Necesita legitimarse, necesita todos los días colocar en el lado oscuro, los problemas de México, por cierto, tan suyos como de su gobierno. Así ha sido desde que decidió ser candidato y ahora no ha perdido la oportunidad de dar seguimiento a su trayectoria.
Pero para mantener un gobierno con estos matices, es bien importante que tenga de su lado, dos cuestiones: el dinero y la fuerza.
Por eso, aunque no tiene al empresariado de su lado, no le ha importado, porque su método de recaudación le ha permitido mantener un ingreso tributario suficiente para seguir inyectado dinero a sus “públicos”, muchos de forma justa, como a los adultos mayores; pero, a otros, sólo por capricho personal, aunque vaya en deterioro de la actitud de desarrollo y bienestar que necesita el país, como en el programa de Construyendo el Futuro, que mantiene más a vivales, quienes les cobran a muchachos una parte de su “apoyo” con tal de meterlos en padrones falsos de trabajadores, pero esa es otra historia.
La segunda parte que necesita para seguir manteniendo su tren de gobierno es la fuerza, y por ende al Ejército. No sólo es por un tema de defensa de la seguridad nacional, pero se han convertido en su moneda de gobernabilidad.
Los ha convertido en constructores de su aeropuerto, en sus brigadas de vacunación, los ha sacado a las calles, aunque había prometido lo contrario, para crear la Guardia Nacional, etc., no nos extrañe que ya estén ideando la nueva red social que pretende crear el Presidente.
En este marco, de extrema necesidad de las fuerzas armadas para gobernar, no le importo en lo absoluto abrir un flanco en la relación con el nuevo gobierno de Estados Unidos, por el caso del General Salvador Cienfuegos, bien claro dijo que la DEA «fabricó» delitos contra Cienfuegos, declaraciones que desestimó la misma Agencia. Lo hizo ver como mentiroso, mientras el mandatario mexicano, implicó como corrupta a la institución antidrogas.
Pero se necesitaba la cereza en el pastel, y al buen estilo del Presidente, subió el expediente íntegro a la red social, y así el debate se convirtió en las formas y no en el fondo.
Además, ¿Saben quién pagó la defensa de Cienfuegos? La respuesta es triste y desesperanzadora: fuimos nosotros con nuestros impuestos.
Frente a todo este marco, estoy de acuerdo con lo que dijo López Obrador, “Ningún grupo o gobierno extranjero puede socavar el prestigio de nuestra nación” y es que seamos honestos, esa heroica labor solo le pertenece a su gobierno y a la 4T.
Pero es aquí donde todo adquiere sentido, realmente al salvar al general Cienfuegos, lo que hizo fue salvarse a si mismo, ya que de ninguna manera podría sostener su manera de hacer las cosas sin “la fuerza” de su lado; un Ejército molesto de ninguna manera le secundaría sus ocurrencias, y es que su gobierno no aguantaría un contraste “fantasía vs realidad”.