Cambio de coordenadas
Si se observa la lista de intelectuales que forman el bloque de firmantes del 15 de julio en el diario Reforma, se verá que la intelectualidad orgánica provino de varias corrientes de pensamiento. Se ve entre ellos, a ex comunistas, a ex trotskistas, socialistas, derechistas, librepensadores, todos en la lucha por recuperar lo que crearon en buena parte por su intelecto. Las teorías de Antonio Gramsci no caerían al vacío si el italiano viera la forma como, los que asumieron la función orgánica del país en determinado tiempo, se yerguen en defensa de lo que crearon. No todos lo hicieron en el ejercicio de una función directa, sino a través de posiciones, de puntos de vista, de propuestas que crearon leyes que configuran la esencia de un estado en determinada etapa. Su papel de empleados pensantes se capta en las altas sumas que recibían por sus servicios, deslindados estos en publicidad, suscripciones o dádivas de otros tipos. La intelectualidad orgánica del estado mexicano, siguiendo con Gramsci, tenía, además de escritores, periodistas, líderes políticos, académicos, etcétera, a determinados empresarios, técnicos, científicos, líderes charros de obreros, liderazgos de organizaciones sociales, juristas, legisladores, y un sin fin, porque todo mundo tiene intelecto. Aunque no todos lo ejerzan, subrayaba el teórico de izquierda mientras estaba en la cárcel, a lo mejor con cierto dejo humorístico.
LOS CHAPULINES INTELECTUALES NO SON UN TÉRMINO GRAMSCIANO
Los intelectuales que hoy debaten por conservar lo que propusieron, han caído en bancarrota porque la propia situación mundial prevé un cambio en el que no entran sus propuestas. Vivir del dinero público y coludirse con el gobierno en turno, va a estar difícil. Es cierto que en la lista pueden verse a los clásicos chapulines que pasaron de un partido a otro, de un gobierno a otro o de una postura a otra, pero es también difícil un cambio en este momento, porque el blanco que atacan no es de su interés. Si su proyecto no cuaja esperarán la próxima embestida. A lo largo de su historia, México ha tenido muchas cepas de intelectualidad orgánica que definió el rumbo del país en esas etapas. La Independencia, las Leyes de Reforma, la Revolución de 1910, todo movimiento transformador, fue creado por pensadores y hombres de lucha. La Constitución de 1917 es un ejemplo aunque la izquierda tuvo que dar duras batallas para dejar impresas sus concepciones, sobre todo en los derechos sociales. La erección de un sistema omnímodo como el priísta, precisó de muchos intelectuales, aunque los de izquierda si bien sugirieron buenas propuestas sociales y legislativas, no fueron reconocidos.
LOS ENCICLOPEDISTAS, GRANDES INTELECTUALES ORGÁNICOS DE SU REVOLUCIÓN
Hace unos días, Francia festejó los 231 años de su revolución estallada en 1789. En esa justa brillaron para bien o para mal, teóricos que empujaron el movimiento hacia lo que se ha considerado el fin del feudalismo y del absolutismo, para dar paso a una nueva era. Su exageración los llevó a un estado de terror y los principales, Robespierre, Dantón y Marat, pagaron cara su radicalización; los dos primeros en la guillotina y el segundo asesinado. Antes, entre 1751 y 1772, se llevó a cabo uno de los grandes esfuerzos intelectuales más importantes de todos los tiempos: la creación de la Enciclopedia, por los llamados enciclopedistas, entre los que había expertos de todos los conocimientos. Fue la suya una gran hazaña ya que se reunió en libros y diversos volúmenes el conocimiento que circulaba en el mundo en ese siglo de la Ilustración. Los datos que menciona Wikipedia, otra gran biblioteca, es de 28 volúmenes, 71 mil 818 artículos y 3 mil 129 ilustraciones. Los editores y verdaderos creadores fueron Diderot y D’ Alembert, pero brillaron Montesquieu, Rousseau, Voltaire, Helvecio y Holvach, entre otros. Con todos sus conocimientos y punto de vista entre los que destacaba Diderot que estaba en contra de que las religiones se mezclaran con el poder, sus ideas fueron las de intelectuales orgánicos que dieron sustento a la Revolución francesa, considerado un movimiento burgués, que fue cambiado a imperio en 1804, por Napoleón.