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CIUDAD DE MÉXICO, 25 de junio de 2018.- El cambio climático es un hecho, y lo más grave es que las emisiones y las temperaturas están arriba de los escenarios más negativos que se hicieron hace varios años, alertó Felipe García Oliva, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (IIES) de la UNAM, con sede en Morelia.
Las superficies áridas ocupan el 41 por ciento de los continentes y albergan al 34.7 por ciento de la población mundial. Según proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el problema avanzará a zonas húmedas y se intensificará en las semiáridas.
“El escenario para el 2070 es alarmante”. El especialista apuntó que México tiene un problema serio de desertificación en regiones con amplios episodios de sequía; para poder enfrentarlo es necesario tomar acciones simultáneas a escalas local y global.
Durante una conferencia magistral sobre el tema, ofrecida en el marco de la Semana de Diplomacia Climática de la Unión Europea (UE) en México 2018, el universitario comentó que la desertificación se debe entender a escala global, asociada al cambio climático y a variaciones en precipitación y temperatura; y a escala local, contemplando problemáticas nacionales y de productores regionales.
Problema global y local
La ONU define a este proceso como la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, causada fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas. Es consecuencia de la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, de la sobreexplotación y uso inadecuado de la tierra.
“Estas interacciones impactan en diversos procesos de degradación: compactación y erosión de suelos, incendios, salinización, reducción de la fertilidad natural, reducción de la biodiversidad e invasión de especies vegetales, entre otros”.
En el auditorio del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA), García Oliva advirtió que el cambio climático es un hecho, y lo más alarmante es que las emisiones y las temperaturas están arriba de los escenarios más negativos que se hicieron hace varios años.
“Le vamos ganando al pesimismo”. A partir de la intensa actividad industrial en el planeta, y con la emisión de dióxido de carbono y metano, se reduce más la atmósfera.
En este problema la biodiversidad juega un papel importante, porque la atmósfera actual es consecuencia de organismos vivos que tienen genes funcionales, aquellos que producen algo que origina transformaciones de las moléculas orgánicas o inorgánicas.
“Al perder especies que quizá no soporten las condiciones de salinización, perdemos genes funcionales”. El experto consideró que se deben hacer acuerdos a escala local y global para reducir este efecto del cambio climático.
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