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CIUDAD DE MÉXICO, 15 de mayo de 2018.- El consumo de drogas entre mujeres mexicanas aumenta de forma alarmante.
Entre 2011 y 2017 creció 205 por ciento entre las más jóvenes, según cifras de la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic).
“Las niñas y adolescentes de 12 a 17 años forman el grupo cuyo consumo crece con mayor rapidez en el país, e incluye drogas legales como tabaco y alcohol, e ilegales como marihuana, cocaína y psicofármacos”, alertó Guadalupe Ponciano Rodríguez, coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.
En conferencia de medios ofrecida en el auditorio Ramón de la Fuente del Departamento de Psiquiatría de la FM, dijo que mujeres y hombres tienen diferencias cerebrales, hormonales y sociales por las que ellas son más susceptibles, se hacen adictas más rápido y al querer dejar las drogas padecen un síndrome de abstinencia dos veces mayor que los varones.
“Debido al aumento en el consumo, a las consecuencias en la salud femenina y porque es mayor el estigma social para la mujer adicta, urge implementar en México programas de prevención y tratamiento con perspectiva de género”, recomendó.
Fumadoras en alto riesgo
Ponciano, experta en tabaquismo, resaltó que en las fumadoras es de dos a tres veces más frecuente el cáncer de cuello de útero, pues consumir 10 cigarros al día durante 10 años significa 110 por ciento más probabilidad de adquirir ese padecimiento.
En tanto, el cáncer de mama aumenta 25 veces su riesgo en este grupo. También hay doble posibilidad de ataque cardiaco; 25 por ciento más riesgo de tener una enfermedad coronaria y menopausia temprana, hasta seis años antes que las no fumadoras; y 69 por ciento más de de adquirir virus de papiloma humano (VPH).
Durante el embarazo, explicó Ponciano, cualquier droga que entra al torrente sanguíneo atraviesa la placenta y llega al feto.
“Esto puede ocasionar parto prematuro, recién nacidos con bajo peso, crecimiento intrauterino retardado, placenta previa, malformaciones y aumento de mortalidad perinatal”.
En el caso del alcohol, puede provocar que los niños nazcan con daño cerebral, retraso mental, problemas de comportamiento, malformaciones de corazón, pulmones o riñones, así como alta probabilidad de sufrir “síndrome alcohólico-fetal”, con un cuadro futuro de profundo retraso mental.
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