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CHINA, 25 DE JUNIO 2017.-En las altas montañas del noroeste de China se encuentra el pueblo de Hemu, un lugar en el que el tiempo se detuvo hace cientos de años.
Allí fue donde conocí a Natalya Kirova, una mujer de Tuvá, Rusia, que vendía cuernos de renos convertidos en afrodisiacos en la tienda del boticario.
Poco después, me alojé en su rústica cabaña de madera. De sus paredes colgaban pieles de animales y un santuario en honor al guerrero mongol Gengis Kan, destaca BBC.
En su casa, que perteneció a madereros rusos de principios del siglo XX, Kirova me habló de los espíritus de las montañas, los de la madera y las supersticiones locales, y me contó una divertida historia sobre cómo el ejército de Kan inventó la hamburguesa (al colocar carne bajo sus monturas para ablandar el asiento mientras galopaban).
Su hijo es cantante de garganta, una actividad que antes sólo se practicaba para comunicarse con los espíritus pero que ahora también se hace para los turistas.
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