Líneas Quadratín
El miércoles de la semana pasada falleció de manera intempestiva Edgar Rangel Germán, miembro de la Comisión Nacional de Hidrocarburos y uno de los ingenieros petroleros más brillantes de país.
Sin haber cumplido aún los 42 años de edad, Edgar Rangel murió de un infarto y le sobreviven su viuda y dos hijos pequeños, quienes podrán decir siempre que su padre fue el ingeniero que más sabía de la ubicación de reservas petroleras en aguas profundas y someras.
Podrán decir también que fue un patriota. Un impulsor de la reforma energética con pleno conocimiento del tema, y un gran impulsor de la carrera de ingeniería petrolera en la UNAM, de donde egresó con un promedio de 10.0 y la medalla Gabino Barreda.
Leí la noticia de su muerte en la edición on line de La Jornada, y al final de la nota se incluyen comentarios de lectores de ese diario, de conocida tendencia lopezobradorista.
Dice Ricardo Alfar Olivar: “Si nos atenemos a la expresión ´la voz del pueblo es la voz de Dios´, todo ese grupo de artífices (de la reforma energética), llámese así a los ladrones vende patrias, irá cayendo poco a poco y al tiempo. En el fondo de ellos mismos saben que hicieron mal y a espaldas de todo un país. Así que ya puede empezar el conteo”.
Gerry: “Muchas gracias hijo de la chingada, por favor informen dónde será inhumado para ir a danzar sobre su tumba y tal vez platicar con los deudos sobre el gran legad que nos dejó y lo agradecidos que estamos”.
Manuel Gómez y Tenorio: “Robó al pueblo de México y, en Semana santa, Diosito lo castigó”.
José Manuel Rodríguez: “La justicia es ciega, pero de repente sí ve”.
Gustavo: “A veces las buenas noticias llegan un poco tarde”.
Rolo: “Que situación tardía. Deberían acompañarlo los demás artífices de las reformas de Peña Nieto”.
Homero Herrera Ruiz: “Bendito sea Dios, pareciera que sí existe… justicia divina…faltan una jauría de ellos que merecen la justicia divina, porque en este país no existe la justicia en su pleno”.
Ernest Miranda: “Para aventar más tierra a este cadáver de mala muerte, con la que avientan los lectores de esta columna basta y sobra… No hay suficiente tierra para tapar la peste que dejan esos sujetos”.
De ese tamaño es el odio que ha ido sembrando en el país Andrés Manuel López Obrador, y con esa estrategia de encono entre mexicanos pretende llegar a la Presidencia de la República.
Se puede y se debe tener posiciones distintas y hasta antagónicas sobre determinados asuntos de la vida pública, pero promover el odio entre compatriotas es tomar un camino sin retorno.
A un ingeniero petrolero brillante, que acaba de morir pese a su juventud, lo cubren de insultos cargados de ira y de rencor.
No se vale hacerle eso a México. Y por ese camino quieren llegar a gobernar el país.