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Fernando Acevedo, quien se dedica a vender dulces en el Centro, no puede formalizar su empleo porque no tiene un lugar para vivir y eso le impide ser candidato a obtener una licencia.
QUERÉTARO, Qro., 15 de septiembre de 2015.- Según Gerardo Goyeneche, director de Inspección en Comercio y Espectáculos del Municipio de Querétaro, uno de los requisitos indispensables para que un vendedor ambulante pueda obtener la licencia de venta es tener una residencia mayor a tres años; sin embargo, Fernando Acevedo, quien se dedica a vender dulces en el Centro Histórico de manera informal, no puede aspirar a una licencia porque no tiene una residencia fija.
Fernando viene de Puebla, en donde viven su hija y su esposa, pero viene a Querétaro a ganarse la vida porque en su estado la situación está muy difícil.
“Acá me vengo a trabajar porque por donde yo soy no hay trabajo, está muy dura la cosa por allá”, refiere.
Uno de los retos a los que se enfrenta Fernando es conseguir un lugar en dónde dormir, pues a pesar de que acude a los dormitorios públicos que ofrece el estado, tan solo le permiten pernoctar durante 15 días para después dejar pasar otros 10 y así vuelve a ocupar un lugar.
“Ahorita me van a dar nomás 15 días, yo creo que me voy a tener que ir de nuevo para los portales, tengo que estar un rato en los dormitorios y otro en los portales porque nada más te dan chance de estar ahí poco tiempo”, dice.
Y es justo por esta inestabilidad que, según la normatividad del municipio de Querétaro, Fernando no es candidato para obtener la licencia. Y a pesar de que existen otras alternativas para comerciantes foráneos, como establecer un puesto de tianguis, la mercancía de Fernando no da más que para llenar una canasta.
Al no tener la posibilidad de formalizar su trabajo se pierde de la oportunidad de contar con apoyos otorgados por el municipio para impulsar la actividad económica que realiza y corre el riesgo de que, en cualquier momento, la mercancía le sea retirada.
La única preocupación de este vendedor ambulante es que se le permita trabajar para mandarle los 700 pesos semanales que les tiene prometidos a su familia y que exista un dormitorio al que pueda llegar permanentemente, sin necesidad de salirse por temporadas, ya que pensar todos los días en dónde dormir le impide poner completa atención a su actividad comercial, y con los 100 pesos que le quedan para él no alcanza para conseguir un sitio para pasar la noche.