El presupuesto es un laberinto
Difícil negar las graves implicaciones políticas derivadas del problemón de la Línea 12. El futuro electoral del PRD está en juego… dicho en pocas palabras.
¿Por qué?
Porque la Línea Dorada es la obra pública más importante de los gobiernos perredistas en los últimos años…
Porque es una obra emblemática para beneficiar el transporte 450 mil pasajeros diarios provenientes de cinco delegaciones políticas del sur- oriente profundo de la Ciudad de México, zonas donde abundan los seguidores del partido del Sol Azteca… ahora decepcionados por la significativa clausura parcial del servicio.
A esos usuarios importan poco los pleitos de perros y gatos provocados por los intereses políticos encontrados entre las administraciones de Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera. El encono ciudadano no ha de ser utilizado como ariete político para dirimir disputas, las cuales a fin de cuentas le hacen el juego a los verdaderos adversarios quienes intentan descarrilar al perredismo.
Lo importante para los cientos de miles de afectados –directos e indirectos– son las soluciones para reanudar el servicio tan pronto como sea posible.
Para ello ha surgido una oferta difícil de rechazar dadas las circunstancias técnicas y políticas.
El consorcio constructor ICA-CARSO-ALSTOM propone poner a funcionar de nuevo la L12 a más tardar en junio. Dos meses no son nada comparados con los 90 días proyectados sólo para el diagnóstico de las fallas, o los seis meses prometidos por Joel Ortega para finalizar los trabajos de reparación.
La iniciativa no deja nada al azar; asegura haber amarrado un compromiso con la empresa española CAF –constructora y arrendadora de trenes y vagones– para traer de ultramar, la máquina “reperfiladora” de rieles para corregir el “desgaste ondulatorio” excesivo, a lo largo de toda la Línea Dorada.
La propuesta no menciona costos, pero sí la oferta de financiamiento para ejecutar las reparaciones necesarias… y cobrar después.
Presumen buena fe, pero de ninguna manera aceptan responsabilidad en el desastre, como ha insistido el director del Metro, Joel Ortega.
Además de los trabajos propuestos, demandan un peritaje técnico, jurídico y administrativo para poner a cada quien en su lugar.
Para evitar suspicacias, el consorcio ICA-CARSO-ALSTOM sugiere a la empresa española COMSA-EMTE para corregir las fallas de inmediato. Es más –en afán de transparencia y eficacia– propone la participación del Centro de Investigación en Tecnologías Ferroviarias (CITEF), de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad Politécnica de Madrid, de la Sociedad de Transportes Intercomunales de Bruselas (STIB por sus siglas en francés) y de la Asociación Mexicana de Ingeniería de Vías Terrestres, A.C. (AMIVTAV)… todos, en un esquema de contratación directa con el Gobierno del Distrito Federal.
Mientras perros y gatos se desgreñan, el consorcio constructor manda el balón a la cancha del Secretario de Obras, Alfredo Hernández y por supuesto, de Miguel Ángel Mancera…
Ya veremos, dijo el ciego.
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