Líneas Quadratín
A partir de ayer los portales de la ciudad de Toluca y las tortas de “La Vaquita” ya no huelen a chorizo. Huelen a petróleo.
Los grandes poderes políticos del norte americano, con el señor Barack Obama –líder del mundo libre como se decía antes– y su séquito de dos mil empleados y agentes de seguridad, y el más modesto pero no menos voraz Stephen Harper, Primer Ministro del Canadá, tomaron la ciudad de Toluca cuya “Plaza de los Mártires” fue pintada de rojo, como si la hubieran maquillado para un gran debate internacional –como hicieron aquella vez con las “chapitas” del gobernador Eruviel Ávila para otro debate, ¿recuerda?–.
Pero lo importante no son las “chapitas” de la plaza, ni el sitio de la ciudad, ni la colocación de francotiradores hasta en el cráter lacustre del Nevado, no. Lo notable es la finalidad de esta reunión cimera efectuada en el marco del XX Aniversario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) cuyo capítulo pendiente y principal, tanto como para esperarlo cuatro lustros, no es otro sino el petróleo…
La apertura lograda en México gracias a las reformas del Presidente Peña Nieto, nos abre –una vez más– las puertas del espejismo, como hace 20 años lo hizo Carlos Salinas. Vamos a ser ricos… vamos a administrar la abundancia, como también dijo alguna vez López Portillo en fracasada profecía, quien hablaba de –¿nuestras?– incomensurables reservas de petróleo.
Hoy los vecinos norteños vienen a ofrecernos la sobreabundancia de inversiones extranjeras para sobreexplotar tal riqueza y para ello, el TLC no necesita ninguna modificación ni «adendum» –para usar palabras de moda–.
En materia petrolera se decidió actuar de manera inteligente. La liberalización de la energía resultaba compleja –por no decir imposible– debido a las restricciones constitucionales mexicanas. Entonces todo se hará de acuerdo con la Constitución… y esa la cambiamos cuando sea posible, justo y necesario.
Lo demás, incluida esta cumbre de los tres países de Norteamérica, es una simple consecuencia.
Antes de la comida Obama y Peña Nieto tuvieron una hora para conversar en privado de todo eso y más.
¿Habrán discutido el gravísimo asunto derivado de la violencia en México?; ¿de la agenda de seguridad?; ¿de lo ofensivo que resulta el flujo incontenible de armas?; ¿evaluarían el revolucionario cambio de paradigma en torno al uso de la marihuana?; ¿de la investigación no concluida del espionaje gringo contra amigos, socios y aliados como el propio Peña Nieto, Calderón y otros “masiosares”…?
Pasará algún tiempo para apreciar la importancia que tendrá la Cumbre de Toluca… más allá de la pompa ritual y la circunstancia de un ceremonial tan viejo como la historia.
Como sea, Obama y atrasito Harper, todos quieren lo mismo: subirse al carro de Peña Nieto para procurar la salvación de México y compartir beneficios.
Mejor, imposible.
ATENTOS Y PENDIENTES: Que Josefina Vázquez Mota tiró la toalla y no competirá por el liderazgo nacional panista; se va a una misión diplomática… que el odio –como el amor– no es cosa de tres; que la pelea será sólo entre Madero y Cordero. APARTE: Que por el desaseo en el manejo informativo del crimen contra el reportero Gregorio Jiménez de la Cruz, se anunciarán cambios en el gabinete del gobernador de Veracruz; que –entre otros– Gina Domínguez Colío deja la Coordinación General de Comunicación Social en manos de Alberto Silva Ramos, hasta hoy secretario de Desarrollo Social…
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