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QUERÉTARO, Qro., 30 septiembre 2013.- Investigadores y estudiantes de la UNAM, campus Juriquilla, trabajan en el primer satélite mexicano que medirá la contaminación atmosférica del país, con respaldo de la NASA y el MIT.
Para los investigadores José Alberto Ramírez Aguilar, Jorge Alfredo Ferrer Pérez, Saúl Santillán Gutiérrez, Carlos Romo Fuentes y José Alberto Ramírez Aguilar, el satélite Quetzal contribuirá a la independencia tecnológica del país, reporta Notimex.
Diversas facultades, institutos y centros de investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) trabajan con el Massachusetts Institute of Technology (MIT), la National Aeronautics and Space Administration (NASA) y otros organismos para lanzar el satélite en unos tres años.
Recientemente, realizaron las primeras pruebas de la plataforma Pixqui, proyecto del Instituto de Ciencias Nucleares, donde se evaluaron los sistemas que se integrarán a ese satélite.
El trabajo fue resultado de un convenio de colaboración entre la Agencia Espacial Mexicana y la NASA, para hacer prototipos que ayuden al proyecto JEM ?EUSO, un telescopio para captar partículas de alta energía que entran a la atmósfera.
Participaron en esta prueba 11 investigadores y más de 30 estudiantes de la Facultad de Ingeniería, el Instituto de Ingeniería, el Instituto de Ciencias Nucleares, la Facultad de Ciencias y el Centro de Alta Tecnología (CAT) de la UNAM.
El investigador del área aeroespacial del CAT, José Alberto Ramírez Aguilar, destacó que el proyecto surgió de un convenio entre la UNAM y el MIT, para desarrollar un microsatélite de no más de 100 kilogramos.
«Este satélite lo que va a hacer es que va a medir la columna de gases contaminantes de las grandes ciudades, donde tenemos este problema de la contaminación y nuestro país es de los principales que les preocupa esta situación», señaló.
El Quetzal contará con una cámara para hacer observación de la tierra o percepción remota, como se le conoce y aún se evalúan las diferentes tecnologías que se incorporarán, de acuerdo con tamaño, costo y precisión de la misión.
El satélite orbitará a menos de mil kilómetros sobre la Tierra y para lograr su próximo lanzamiento, se realizó una misión de prueba en globo aeroestático.
En esa misión, los investigadores colaboraron con la NASA para desarrollar la plataforma Pixqui, en la que se puso a prueba los sistemas de distribución de potencia, sensores, sistema de adquisición de datos y cámaras.
«La NASA nos ha reportado que la misión fue exitosa subió el globo y estuvo ocho o 10 horas volando a los 31 mil metros y bajó», añadió. Con ese antecedente, se espera que este satélite siga avanzando en su desarrollo y se pase a la fase de integración de sistemas.
Quetzal medirá los contaminantes y dará información científica a los tomadores de decisiones de cómo se originan, dónde se concentran y cómo se distribuyen algunos contaminantes atmosféricos del país.
“Estamos trabajando con gente del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM que ya tiene experiencia en medir pero de tierra hacia arriba, la idea es con el satélite medir de arriba hacia abajo», abundó.
Actualmente, México recurre a satélites extranjeros que no tienen «las órbitas adecuadas, ni la recurrencia al pasar sobre el país, por lo que Quetzal dará ese salto hacia comenzar a tener independencia tecnológica y soberanía», resaltó.
El proyecto mexicano generó interés de muchas otras instituciones, como la Agencia Espacial Alemana, debido a que implica un reto tecnológico, al pesar menos de 100 kilogramos.
«Ya venimos trabajando en el proyecto Quetzal hace uno o dos años atrás, la iniciativa es en conjunto con el Laboratorio de Sistemas de Propulsión Espacial del MIT y el Pixqui nos llegó en buen momento, porque necesitamos probar nuestros subsistemas, a bajas temperaturas», abundó.
Con el Quetzal, México recibirá información científica todos los días durante los dos a cinco años de vida útil que se estiman para este satélite.
De acuerdo con Jorge Alfredo Ferrer Pérez, investigador de la división espacial del Centro de Alta Tecnología, lo más destacado es que todos los prototipos cuentan con el trabajo de estudiantes mexicanos.
«Han sido reconocidos por personal de la NASA, para que soportaran el clima tan agresivo, condiciones de altitudes muy elevadas, canales de baja presión. Los estudiantes dieron todo, vieron el reto y no escatimaron esfuerzos», reconoció.