Fe confinada

La Basílica de Guadalupe permanecerá cerrada entre el 10 al 13 de diciembre. El templo mariano más importante del mundo cierra puertas para evitar que 11 millones de feligreses, como ocurrió el año pasado, acudan a venerar a la Virgen. La fe sucumbe ante el peligro de más contagios.

El presidente López Obrador, ratificó su fe en la sabiduría popular; en la contención social espontanea. Reitera que los gobiernos de la 4T, federal y de la Ciudad de México, no son autoritarios, no obligan, no confinan, no limitan, pero sí previenen.

Ciento un mil muertes después, la pandemia repunta en México. Este domingo se reportaron 9,187 nuevos contagios, cifra solo por debajo a la del pasado 1º. de agosto, cuando hubo 9,556.

Durante el fin de semana, gracias a la nueva aplicación del Código QR en comercios, para rastrear y aislar posibles brotes, cinco mil personas fueron notificadas del peligro, luego de haberse registrado 67 casos positivos. Sume además las pruebas en kioskos en sitios de alta concentración humana que han detectado más de mil casos positivos desde el viernes pasado; eso asusta más.

Es un hecho, el semáforo chilango roza el rojo.

La jefa Claudia Sheinbaum, de acuerdo con la Arquidiócesis Primada de México, la Conferencia del Episcopado Mexicano y la alcaldía Gustavo A. Madero, dispuso el cierre de la Basílica. Millones de guadalupanos habrán de quedar confinados para evitar peregrinaciones como muestra de legítimo fervor y devoción; se pide dejar las muestras de fe para mejores tiempos; cuando pase peligro pandémico.

Queda claro que el virus enemigo no cree en el pueblo sabio y bueno, ni en una inmunidad de escapularios, estampitas y “detentes”.

La inédita determinación no prohíbe, solo inhibe, echando cerrojo al templo mariano, para evitar una concentración humana infernal porque la pandemia que no se cansa.