Trump tiene su modo
El “pacto” Peña-AMLO como excusa
Pablo Hiriart
Lo cercanos a Ricardo Anaya han echado a andar la especie de que hay un pacto entre el presidente Peña Nieto y López Obrador para que el uno de julio gane las elecciones el candidato de Morena.
Se trata de una perversidad insostenible, que no pasa el análisis de un estudiante de primaria.
Estamos ante la invención de un “pacto” Peña-AMLO como excusa porque Ricardo Anaya se desplomó. Va en caída libre.
Y va en caída libre porque se le acabó el gas a su campaña. Ya no tiene nada que decir. Después de anunciar que va a meter a la cárcel al presidente, ¿qué le queda? Nada.
Nada bien le hizo a su campaña el hecho de que en España haya un expediente en su contra.
Él sabe que está perdido. Que ya perdió la elección. Y puede estar más preocupado por el dos de julio, cuando no tenga la coraza de su candidatura para evitar los actos judiciales que le llegarán encima.
Pero volvamos al tema del pacto Peña-AMLO y por qué es un invento que no pasa el más mínimo examen.
Un pacto a cambio de qué.
Supongamos que sea un acuerdo en que AMLO le dé “impunidad” al presidente ¿Qué le puede dar Peña Nieto a cambio?
¿Peña Nieto va a hacer que muchísima gente vote por López Obrador?
¿Peña Nieto le va a llenar las plazas en sus mítines?
López Obrador no necesita al presidente para que mucha gente vote por él.
Tampoco requiere de la ayuda presidencial para llenar las plazas en los lugares que visita.
Eso lo ha hecho López Obrador solo, y únicamente las mentes muy deformadas por el fanatismo pueden inventar que Peña Nieto va a torcer la balanza en favor del candidato de Morena para que no gane Anaya. ¿Cómo?
¿Dónde está la esencia de ese “pacto”? ¿Qué le daría Peña a AMLO?
¿Le va a mandar sinvergüenzas para que sean candidatos al senado y a las diputaciones?
AMLO ya los tiene, y en buen número.
Es insostenible la invención del “pacto”.
Que López Obrador le ofrezca que en su hipotético gobierno “no lo va a tocar”, dicen los anayistas. En eso consiste el pacto.
No lo va a tocar ¿a cambio de qué?
Y además cuál es el problema de Peña Nieto. NI siquiera hay un señalamiento hacia su persona que lo haga requerir de protección ante una acción judicial.
Las historias de corrupción de este sexenio no tocan al presidente.
Seguramente hay otros funcionarios que deben estar nerviosos, pero no es el caso de Peña. ¿De qué lo van a enjuiciar?
Además, si gana López Obrador a Peña lo van a hacer picadillo igual.
Políticamente se le va a venir el mundo encima, sobre todo por el desastre que va a ser una presidencia de López Obrador, quien va a buscar culpables, enemigos, distractores.
De ahí a una acción judicial, el “ex presidente” está blindado, y cualquier pasante de leyes lo sabe.
Es verdad que un par de empresarios le fueron a pedir a Peña Nieto que forzara a José Antonio Meade a declinar por Anaya, y la respuesta presidencial fue un no rotundo.
Les dijo que Meade era el mejor, que era su candidato y por nada del mundo interferiría en el proceso electoral.
Ahora que Anaya va en caída libre y lo que le espera es de pronóstico reservado, sus más cercanos asesores hacen correr la especie de que Peña y AMLO ya pactaron.
Que los presidentes acuerdan quién los va a suceder.
Son las fantasías de la época del presidencialismo absoluto, sin cabida cuando hay un INE autónomo.
Así es que la historia del “pacto” Peña-AMLO no se la pueden argumentar ni a un niño.
Es el pretexto para una derrota anunciada del político que destruyó a un gran partido para ser candidato.